sábado, septiembre 30, 2023

Calamaro canta que no se puede vivir del amor. Mi psicoanalista intenta hacerme ver más allá del sufrimiento. R. dijo que en lugar de avanzar, retrocedo, y sí, también lo pienso. Dolor punzante en el ojo izquierdo. R. insiste en que podría cambiar un poco, ¿será falta de voluntad? S., uno de mis intentos fallidos por olvidar a P., me escribió. Sus palabras me atraviesan como agujas porque dice que siempre le gustaré y que quiere verme. Quiero llorar, porque no es ÉL. Ayer escribí sobre nuestra historia fallida, supongo que ya he mencionado eso. La leeré en voz alta en la próxima sesión, la tercera dedicada a mi amor imposible. Luego, volveré a citar a Pizarnik explorando el aislamiento, los monstruos que me atormentan, la niñez, el silencio, la tristeza, las ausencias e indiferencia de mis compañeros en la escuela. Imagino las anotaciones de A. y su esfuerzo por traerme a la vida, mientras mi grandísimo dolor vuelve a presentarse. Qué desafío debe ser trabajar conmigo, una máquina obsesionada con escarbar en su propio infierno. ¿Será esto masoquismo?
Los días corren como escapándose de un fantasma que intenta reír sin llorar ni fingir. No recibo mensajes y si los recibo, no los contesto. Estoy atrapada en el bucle del pesimismo que me arrastra hacia abajo. Observo una garra que rasga la tierra y me sujeta del tobillo con fuerza mientras mi rostro se desdibuja. Mi boca apenas esboza un gesto de asombro y mi cuerpo queda suspendido en el aire, en esa aterradora sensación de ser arrancado del mundo.
Un día llegué aquí, hacía frío y estaba rodeada de gente insensible con guantes blancos manchados de sangre. Mis ojos se negaban a abrirse, aunque mi llanto expresaba necesidad de alimento y protección. Era un ser diminuto, de apenas unos pocos kilos. Enajenación. Percibía movimientos fugaces y violentos, siempre del resto. Permanecía tranquilita e inmóvil igual que ahora. Me hallaba en la incubadora sintiéndome ciega y muda pero nunca sorda. Hipersensibilidad auditiva insoportable: voces indistinguibles, el eco de instrumentos quirúrgicos metálicos y el incesante tictac del tiempo que transcurría, ya fueran minutos, horas, días o años.

viernes, septiembre 29, 2023

El amor es vulnerabilidad, afirmé, es complejo definirlo. ¿Si alguna vez me enamoré? Sí, supongo. ¿De quién? De N., hasta que me aburrí. Soñé con tres mujeres. Ayer le expliqué a P. el motivo de mi alejamiento, aunque había jurado que no volvería a hablarle. La nuestra es una historia de desencuentros. Distancia y confusión. Deseo de quietud, hambre y oscuridad. Espero curarme de esta enfermedad pronto. Anhelo tanto el aislamiento que no fui en busca de un amor real sino detrás de uno inalcanzable.
La soledad sostiene un yoyo. Mi vida pende de un hilo. Me mece (sic) desde un acantilado hacia arriba y abajo. Se ríe. Juega como-con la niña que fui. El vértigo antes de saber que no me soltará. Mi plástico está desgastado. Qué hay dentro más que un hueco -un hueco en mi alma-. Siento que su palma me roza o me golpea o es suave o duele. Siento que no siento por el movimiento, por la adrenalina. Estoy viva o soy sólo producto de un sueño infantil, mío o de una niña que soñaba con ser mi madre. Mis piernas se balancean como si estuviera en una hamaca y no en la cornisa de un precipicio. Quién soy: la niña o la soledad. Dónde estoy. Qué sostengo, qué me sostiene. Qué será de la vida de la muerte. Qué observo: el líquido amniótico o el agua. Existo, pregunto, existirá otro tiempo que no sea el pasado.
De fondo, Sabina canta que usé tus puñaladas como vacuna. Revivo momentos con P. ¿Serán esos recuerdos la vacuna que me protege de la realidad? Tenía razón Artaud: "Contra un sentimiento no se puede luchar". Y yo no puedo luchar contra mi amor por él.

jueves, septiembre 28, 2023

Últimamente, la conexión agridulce que me une a P., ocupa un lugar central en mis pensamientos. Es un enigma, una herida abierta y, al mismo tiempo, un consuelo. ¿Cómo puedo ser tan contradictoria?
Días tristes y monotonía. Mi sufrimiento es desconocido, existencial. Aún percibo belleza en la naturaleza, aunque mi mundo interno se desmorone. Escribo para encontrar el motivo verdadero de mi tensión emocional, aunque él fue quien me impulsó a emprender esta navegación en aguas turbulentas, por eso aparece con tanta fuerza. De alguna manera, trato de trascender las limitaciones de la cotidianidad, revelando la intimidad de mi ser ante sus ojos. Dejaría que P. me viera vulnerable.
Comienzo a ser consciente de mi profunda necesidad de autovaloración. Quiero encontrar respuestas, claridad, y tal vez sea por medio de las palabras que pueda desentrañar la esencia de mi dolor.
Volvió L., no lo extrañaba en absoluto. Estaba ocupada recordando los momentos en que P. me miraba con una sonrisa cómplice, haciéndome sentir una dulce vergüenza. Era tan expresivo y pasional al entregarse a su arte. Además, sabía exactamente qué decir cuando me sentía triste. Ojalá estuviera leyéndome. Por ahora, mis palabras quedarán en estas páginas, esperando poder llegar a él. 
Soñé con B., mi primer amor imposible. Me quebré con la imagen de mi padre consolándome mientras lloraba.
Empecé y terminé la sesión de terapia hablando de dolor. Estoy enamorada de P., sorpresa. Al parecer tengo un gran manejo para la escritura, seguiré indagando. Sonreí cuando A. mencionó lo significativo que es leer a Pizarnik en este momento de mi vida, tomando su capacidad de expresión y posterior desenlace. Me alivia haberle aclarado que no siento deseos de lastimarme, sino estaría preocupándose por mí. Dijo que quería saber qué carajo me pasa, que me duele y que me causa placer. Yo también, A. Yo también quiero saber qué carajo me pasa.

miércoles, septiembre 27, 2023

No siento motivación ni deseo alguno de moverme. Rastros de miedo y ansiedad ante la posibilidad de salir al mundo. Tirito a pesar del día soleado. No quiero ver rostros ni escuchar voces o risas. Ansío recluirme. No volveré a hablarle a P. Me avergüenza haberme abierto tanto, me arrepiento. Quizá sea como Ana Frank confiándole mi intimidad a un diario.
El pasto me toca los pies desnudos. Observo un árbol lleno de hojas verdes. Se esconden, detrás, ligeras nubes blancas. Distingo en lo alto un ave pequeñísima, de cuello anaranjado, que sobrevuela. Me entretengo hasta que de pronto aparece un moscardón. Un moscardón que bien podría ser un pensamiento intrusivo. Sombra. Intento aferrarme a algo que no me duela.
Ayer leí Descripción de un estado físico, de Artaud. Fatiga, fragilidad y la cara interna del labio inferior destrozada por mis dientes. Estoy cansada y preocupada por todo. He sentido que no soy completamente mía, que estoy un tanto perdida, que no sé cómo describirme o estimarme.
Mi cabeza proyecta en instantes eternos el rostro de él. Me serenan sus facciones. Oigo su voz tan masculina, lo imagino hablándome. Está a mi lado o a millones de kilómetros, no puedo descifrar su mensaje (me encantaría hacerlo). P. no es el motivo real o la causa última de mi dolor. Me ahogo en el fondo del mar y la llave que abre el candado de la jaula no está a mi alcance. Alguien me aprisionó pero no pude verlo. Sufrir por desamor es mirar la inmensidad desde la orilla mientras reina el silencio, hasta que aparece el malo a clavarme una daga en el corazón (la daga es de mentira, está en el guion).
Mis párpados se caen como anhelando un sueño eterno. Me acurruco en posición fetal, con la certeza de que no despertaré en el vientre de mi madre, sino en este mundo en el que hace frío y llueve.
Aparece P. como un ancla, un refugio o una vieja confusión. ¿Es un bálsamo para mis heridas o un recordatorio constante de mi dolor? Es una sombra que se cierne sobre mi mente. Estoy atrapada en una espiral de pensamientos oscuros, melancolía, obsesión, soledad y desesperación. 

martes, septiembre 26, 2023

Observo una pequeña llama que se apaga. Viene a mí la imagen de un cementerio. Oscuridad, desgaste en tonos grisáceos y luto. Quisiera velar mi amor por P. Angustia.
La vela vuelve a encenderse. Me da miedo que todo arda. Golpeo la puerta de la casa abandonada. El reflejo de la ventana denota desesperación. Despierto después de caer al suelo. Fue un mal sueño. Veo la tapa de un diario antiquísimo: un hogar consumiéndose por el fuego. Un hogar con rostro y cuerpo de mujer. Un diario desgastado o un espejo roto.
¿Por qué sólo percibo belleza en lo ajeno? Recordé la mirada penetrante de ÉL. ¿Es posible sentir que muero internamente por un amor no correspondido? ¿Mi psicoanalista pensará que estoy enfermando? Busqué prolongar mi existencia a través de los sentidos. El sol, el viento y el agua despertaron una sensibilidad especial en mí.
Despierto tan temprano que me culpo mirando puntos fijos. Al menos hoy no puedo afirmar que soñar es incluso peor que estar despierta. L. no me habla desde ayer. Por un lado siento alivio pero por el otro, no puedo evitar pensar que se habrá cansado de mi indiferencia. Intenté quererlo, pero finalmente acepté que P. todavía me importa. Moriré sin un querer recíproco.

lunes, septiembre 25, 2023

R. me preguntó si estoy viva (no lo sé, supongo). Dormí para evitar pensar en ello. Después de días o meses o años el sol toca mi piel. ¿Cómo explicarle al viento mi angustia? Vuelvo a la cama y recuerdo viejos amores. Anoche me miré al espejo: comprendo por qué P. no me querría jamás. ¿Podría sentir el agua deslizándose por mi espalda si estuviera muerta? Tiemblo como una niña abandonada debajo de la lluvia, preguntándome si alguien vendrá a rescatarme (sé que no). Viene su nombre como una ola, arrastrándome con maldad. Oigo que alguien relata mi historia: una mujer con una herida de bala (agregaría que en la tráquea).

domingo, septiembre 24, 2023

¿Seguiré obsesionándome con P.? ¿Estoy al borde de la locura? ¿Alguien más podrá conectarse con mi alma como lo hizo él? ¿Me sumiré en la oscuridad? ¿Alguna vez dejará de atormentarme este dolor que siento tan profundamente?