jueves, septiembre 28, 2023

Últimamente, la conexión agridulce que me une a P., ocupa un lugar central en mis pensamientos. Es un enigma, una herida abierta y, al mismo tiempo, un consuelo. ¿Cómo puedo ser tan contradictoria?
Días tristes y monotonía. Mi sufrimiento es desconocido, existencial. Aún percibo belleza en la naturaleza, aunque mi mundo interno se desmorone. Escribo para encontrar el motivo verdadero de mi tensión emocional, aunque él fue quien me impulsó a emprender esta navegación en aguas turbulentas, por eso aparece con tanta fuerza. De alguna manera, trato de trascender las limitaciones de la cotidianidad, revelando la intimidad de mi ser ante sus ojos. Dejaría que P. me viera vulnerable.
Comienzo a ser consciente de mi profunda necesidad de autovaloración. Quiero encontrar respuestas, claridad, y tal vez sea por medio de las palabras que pueda desentrañar la esencia de mi dolor.
Volvió L., no lo extrañaba en absoluto. Estaba ocupada recordando los momentos en que P. me miraba con una sonrisa cómplice, haciéndome sentir una dulce vergüenza. Era tan expresivo y pasional al entregarse a su arte. Además, sabía exactamente qué decir cuando me sentía triste. Ojalá estuviera leyéndome. Por ahora, mis palabras quedarán en estas páginas, esperando poder llegar a él. 
Soñé con B., mi primer amor imposible. Me quebré con la imagen de mi padre consolándome mientras lloraba.
Empecé y terminé la sesión de terapia hablando de dolor. Estoy enamorada de P., sorpresa. Al parecer tengo un gran manejo para la escritura, seguiré indagando. Sonreí cuando A. mencionó lo significativo que es leer a Pizarnik en este momento de mi vida, tomando su capacidad de expresión y posterior desenlace. Me alivia haberle aclarado que no siento deseos de lastimarme, sino estaría preocupándose por mí. Dijo que quería saber qué carajo me pasa, que me duele y que me causa placer. Yo también, A. Yo también quiero saber qué carajo me pasa.