miércoles, mayo 01, 2024

Despierto tras largas horas de insomnio, con la noticia de que C. ha tenido un episodio de sangrado bucal y nasal. De pronto, me encuentro irascible ante la presencia de R. y la escucha de sus rodeos. Supongo que será mejor que me refugie en la fantasía. Once años después, decidí comenzar a escribir una historia de amor. Hasta ahora, llevo escritas cuatrocientas cuarenta palabras. Bien podría escapar de la realidad mediante el sueño; creo que el shock me conecta con el vacío, lo que explicaría mis limitaciones lingüísticas actuales. Sencillamente, no encuentro las palabras adecuadas que expresen cómo me siento, ni las palabras que me permitan continuar con el hilo de la historia. No hay nada dentro de mi mente, nada más que una escena terrorífica en la que el personaje principal se desangra mientras que el espectador, inexpresivo, no sale de su consternación. Fin.