martes, abril 30, 2024

Me detengo en el dibujo del árbol realizado por P. El hueco en medio del tronco indicaría la presencia de una herida profunda a sus diecisiete años. Observo una foto suya a esa edad: sus ojos cerrados y una sonrisa radiante en su rostro; su cuello inclinado, luciendo una camisa blanca, despierta en mí el deseo de besarlo.
Recibo un mensaje suyo que dice: "Te quiero", y yo lloro. Es todo lo que necesitaba saber. Le respondo: "Te extraño". Aún así, me inquieta el tiempo que ha pasado desde la última vez que nos vimos. Anhelo contemplar su rostro, escuchar su dulce voz y besar su boca.
Reaparece una sensación de temor muy profunda. Vueltas en la cama hasta altas horas de la madrugada, temiendo que llegue el fin (muerte súbita). Percibo una fuerza inmensa en mi corazón, que podría ser derribada en cuestión de minutos. En mi mente, "Corre, dijo la tortuga", de Sabina.
Despierto agitada luego de soñarme en tres escenas diferentes: Primero, me encontraba besando superficialmente los labios de un joven español. Luego, jugaba con una niñita que reía a carcajadas. Y por último, apartaba la vista de un sinfín de imágenes violentas de carácter sexual.
P. dice que le erotizan mis mejillas, en diminutivo. Creo que jamás había utilizado ese verbo antes. Intento evadirme de aquello sin éxito. ¿Acaso reactualiza su afecto y deseo, anulando mi sensación de pérdida, abandono y duelo (pensamientos catastrofistas)?
Me animaría a afirmar que hace años no sentía tanto terror al momento de bañarme. R. se ha ido, y al hacerlo oí un estruendo. Creí que alguien malicioso le había disparado en la cabeza. Los ruidos me hacen cuestionar mi cordura, creyendo que alguien vendrá a ultrajarme. Répression des pulsions internes. Finalmente, descubro que se trata de una joven pareja jugando con una niñita en la vereda. Logro tranquilizarme antes del regreso de R.