Hoy soñé con un vidrio roto. Desperté creyendo que vería a P., pero en su lugar, ni siquiera hay rastro de sus palabras. A. me aconsejaría que deje de buscarlo, así que no iré tras él. ¿Me permitirá este pensamiento dejar de ser una huérfana emocional?
Encontré el libro que me acompañó durante mi viaje a España en el año 2019. En aquel entonces, S., mi segunda madre, estaba atravesando sus últimas semanas de vida con mucho dolor. Recuerdo aquella despedida en forma de abrazo.
Vi "La Odisea de los Giles", una de las últimas películas que vi con N. Me recuerdo en el cine, riéndome y acariciando la dureza de su falo. La imagen de L. se superpone: yo, rozando con las yemas de mis dedos su manantial prohibido. Un deseo: estar allí con P., observando su perfil refinado y dándole besos en la mejilla.