sábado, abril 06, 2024

Recuerdo el entusiasmo con el que mi psicoanalista abrió nuestra conversación de ayer. Luego, escuchaba a mi vecino cantar "All you need is love", una de las canciones que marcaron mi adolescencia. Por sus expresiones, supongo que esperaba verme contenta, relatando lo que habría sido mi tercer encuentro con P. Amor, lo que pudo haber salvado a Pizarnik. Como cantó Silvio Rodríguez: "solo el amor consigue encender lo muerto".
Despierto temprano, tras un breve episodio de insomnio a las cuatro de la madrugada. En mi mente, suena "Creep" de Radiohead. Luego, llega Camarón de la Isla, Niña Pastori y Joaquín Sabina con su "Peligro de incendio" (¿intento escapar a España mediante la música?). Me alimento y me reencuentro con R. tras dos días como ermitaña. No es de extrañar que me reconozca en el silencio y la distancia emocional de P. Él es la única persona de la cual nunca quisiera alejarme.
"No sirvo para las relaciones", repliqué mi frase a P. en terapia. A. me interrogó sobre mis relaciones en general. Le conté que el miércoles fui muy sociable, ejemplifiqué actitudes de los demás y ella concluyó que sí sirvo para las relaciones. Las personas me recuerdan, me reconocen por mi apodo, comparto miradas y sonrisas cómplices, mantengo conversaciones y quizás podría hablar en público, si la fantasía no me devorara.
Tengo mucho en qué pensar, pero solo me detengo en P. y en nuestro compás de espera. ¿Qué espero de él? Quizás quisiera que se interesara genuinamente en mí, que me preguntara cómo estoy, que indagara en mi historia e intereses, que sintiera curiosidad por cómo paso el tiempo, que expresara sus deseos (sexo) y sentimientos (afecto) hacia mí, que quisiera compartir un momento conmigo...