viernes, julio 11, 2025

De Nada Sirve (No Te Va Gustar)

La reactualización del abandono de A. me empujó al abismo de P. y, entonces, le escribí a éste último: "Te amo, te extraño, no puedo vivir sin vos". El amor persiste como un ciego tratando de ver luz. 
Apenas había iniciado el día y ya estaba agotada, con la cara mojada por culpa del amor.
Juanse empezó a cantar Ya Morí. Y, casi sin darme cuenta, me había puesto un buzo de Callejeros y estaba maquillándome los ojos. Ojos tristes, sensibles, ardientes de haber llorado. Capas de profundidad, de luz, una amplitud jamás antes vista en mi mirada. Un rasgado que no hacía más que resaltar el dolor.
Crucé la calle, y mi mirada se detuvo en un señor mayor que estaba junto a otro más joven. El segundo me miró como si hubiera visto a un ángel o al mismísimo Dios. Me estaba mirando a mí, y yo era plenamente consciente de mi poder de seducción. 
Pero no lo miraba con ese fin, sino porque tenía la mirada de T. Creí que era alguien que conocía, alguien que solía invitarme a salir y anhelaba besarme. 
Me detuve a mirarlo una segunda vez: el color de sus ojos, de su pelo, sus rasgos, su estatura. No era, sino me habría saludado. Pero esa tardanza confusa me avergonzó demasiado. Lo único que tenía de T. era la mirada idéntica. O la mirada deseante. En ese instante supe que había despertado algo en ese extraño, sonriente, de mirada fija. Di vuelta la mirada y aceleré el paso. Y aún así podía ver esa mirada con la nuca.
Al llegar al trabajo, me miré al espejo y traté de comprender qué era lo que ese muchacho había visto con tanta fascinación. ¿Era el maquillaje, o era la tristeza? ¿Y si era la tristeza, por qué parecía sonreír?
En fin... ahí estaba, de pie. Escuchaba palabras como independencia y libertad, mientras mi mirada se perdía en unas banderas argentinas. Entonaba el himno, veía bailar chacarera y carnavalito. Se me venían a la mente P., S., H., la emigración. Por momentos me emocionaba; por otros, sentía rechazo ante la esperanza de un país mejor. 
¿Un país mejor? ¿Y ese qué cuento es? Ah, el amor a la patria, el avance sociopolítico, cultural... Discursos carentes de contenido realista, basados en una esperanza resignada que no grita ni lucha. Una esperanza silenciosa, que baila y canta mientras nos roban el honor. 
Desconfío del enajenado que no está profundamente enojado con la realidad.