Después de mi última sesión psicoanalítica, no solo decidí tirar las cartas que le había escrito, sino también fortalecerme. Estuve comportándome como una persona inmadura, infantil, necesitada de afecto, y no puedo seguir derrumbándome solo porque alguien no quiso formar una relación conmigo.
No puedo forzarlo a leer mis palabras ni a recibir un regalo que, además de haber rechazado anteriormente, no se merece.
Es hora de que empiece a ser una mujer adulta y me trate a mí misma como tal, evitando caer en obsesiones que solo me destruyen, como fue el caso de P.
Seguiré trabajando en eso.