jueves, mayo 15, 2025

Algunos días parecen accidentes 
Algunos días son como accidentes, 
y a sus tardes tediosas les sucede
una niebla que cubre mi alma oscura;
insomnios donde encuentro mis ojos deleznables
y escribo, poseído, poemas deletéreos
donde digo que el aire se vuelve venenoso.
Hay días que se quedan vacíos como un vaso.
Y noches que retomo la mano que está libre
y sueño que terminas la herida, que has abierto.
Hay días donde el tiempo se vuelve irrevocable
y noches donde cierro los ojos y oigo piedras,
que en el pozo interior de mi alma se hunden.

ANNA AJMÁTOVA

Anna nació cien años antes que P., a quien supongo que le fascinaría su biografía.
Estas palabras suyas vuelven a aparecer en mi mente como si se tratara de una tecla de encendido. Aunque hayan quedado atrás los accidentados días y hoy sea jueves, o puede que lunes. Cayó la niebla, como no era de esperarse.
Día de estudio y pintura, de hacer dos cosas al mismo tiempo y perder un poco la cabeza. Un día o un vaso. Es ahora cuando me siento vencida, por las lágrimas que recorren mis mejillas y mojan el dorso de mi mano.
La ausencia me desdibuja la cara. Y no puedo salir corriendo a buscarte.
Me duele la mente, y estoy segura de que esto se trata de alguna letra de McCartney.
El contenido de los recuerdos que nos encierran —mezcla de erotismo y ternura en ambas bocas nuestras— me daña lentamente.
Y no hay nada que pueda hacer. 
Lugar donde refugiarme. 
Tiempo mejor en el que anclarme. 
No queda un trazo más, un barajar de nuevo, un sentimiento amoroso ligado a una ilusión viva.
Lennon no escribió que el amor está muerto.
¿Tendré que escribirlo yo? 
Mi mano temblorosa y yo.
Decías que veías amarillo el iris de mis ojos.
Escupías un campo de rosas. Yo reía. 
Todo lo nuestro se escapó de mí. 
Pero sigue volviendo a mi memoria con fuerza, color y otro dolor distinto.
Trato de recordar cada detalle de tu cara, la forma de tus uñas, la tersura de tus brazos, la tez de tu piel, el color de tus ojos, el largo de tu pelo, tu nariz o tus dientes. 
Te fuiste.
Me pregunto si volviste a los lugares donde nos encontrábamos.
Si crucé tus pensamientos.
O si ahora querés a otra persona.
Creo que tengo náuseas.
Y siento que si sigo escribiendo, voy a vomitar.