viernes, diciembre 29, 2023

Desconcierto tras la sesión nocturna con A., quien cuestiona si estoy enamorándome de P. Luego de dos semanas de receso, le he comunicado nuestro encuentro afectivo y mi posterior viaje, en medio de luces encendidas y una sonrisa en mi rostro imposible de desdibujar. 
En el día de ayer, he salido sola a la calle, por segunda vez; la primera fue para ver a P. en mi país de origen. Algunas sombras masculinas han acompañado mis mejillas ruborizadas. Mi mente inconformista piensa que podría haber logrado algo más.
P. nunca podrá quererme de la forma en la que yo lo quiero a él, y de repente, esa realidad vuelve a inquietarme. Soy objeto de su deseo fantasioso, recuerdo de un acto sexual que se reactualiza cada día. "Soy lo prohibido", canta Joan Manuel Serrat.

jueves, diciembre 21, 2023

En mi sueño orgiástico, P. acomoda a otro ser que no llega a penetrar.

sábado, diciembre 16, 2023

Primera salida al exterior después de meses, sin un solo síntoma de ansiedad. A la vuelta de la esquina, la presencia de P. se dibuja como una figura posible y alcanzable. Nuestro encuentro gira en los recovecos de mi mente, detallando una fantasía finalmente cumplida. Me enfrento a su mirada profunda, repleta de ternura, deseo y alegría. Mi beso en su mejilla es seguido por unos brazos fuertes que me estrechan contra él. Se crea una quietud, una profunda tensión que nos lleva a debatir quién será el primero en avanzar.
Detenida en su rostro como una suma de partes bellas y significativas, parece la venida de un ángel lujurioso que reclama caricias, como si fuera un niño desprotegido, perverso polimorfo. Sus labios tocan los míos con una suavidad indescriptible, apasionante, como si pudiera sumergirme en las profundidades de una cavidad de piel lubricada, membrana mucosa, danzando lentamente junto a su lengua. Aprecio cada uno de sus detalles, como si se tratara de una escultura pesada que pudiera desmoronarse con un toque mágico. 
Lo indecente, lo impuro, lo más sexual y primitivo emerge como algo necesario, dos fuerzas contenidas que pronto se liberan. Es él, es P., quien ahora me anhela. Se produce una unión casi genital, desesperada. Yo, sobre sus piernas, acariciando su pelo, su cuello, su brazo. Yo, sintiendo sus manos. Yo, perdida en su mirada. Yo, riéndome infantilmente, escuchando su tono de voz tan calmado, su risa leve. Me aferro por un instante a su cercanía, a su pureza, a su seducción, al sabor de su piel, tan dulce como un copo de azúcar.

miércoles, diciembre 13, 2023

Un desfile inquietante de pensamientos se despliega en una pecera roja, cubierta por completo de cables negros y gruesos. Lágrimas de arena desbordan desde el reloj, arrojándose sobre un sofá que se enciende en llamas. Un corazón se deshoja a lo largo de una avenida solitaria, manchando la ciudad del silencio. La dificultad para respirar parece ser la asfixia provocada por mis sentimientos.
El afecto que albergo por P. amenaza con consumirme por completo. Mi visión se nubla bajo los golpes de mi baja autoestima. ¿Serán mis arrebatos de sinceridad los culpables, o tal vez mi ansiosa libertad de expresión? ¿Acaso deseo en lo más profundo que P. no sienta lo mismo por mí y, en cambio, se encuentre hastiado, deseando escapar?

martes, diciembre 12, 2023

Confesión de P.: entre sus deseos, también existe un querer hacia mí. Sin embargo, su estado anímico actúa como un obstáculo que le impide concretar un encuentro.
Mientras R. iniciaba su ansiosa despedida, mis ojos se volvían sensibles al sol. Mi mente, sumergida en P., no conseguía enfocarse en nada más que en sus palabras.
Nos queremos.

lunes, diciembre 11, 2023

Dejarse morir así, simplemente. Morir de un deseo no realizado. 
PIZARNIK

domingo, diciembre 10, 2023

Horas ínfimas de sueño me acarician como un cristal roto. En mi cuerpo se refleja un nerviosismo profundo, la posibilidad real de ver finalmente a P. Pobre de mi ser, que aún espera ansioso un instante que parece infinito. Evidencias manifiestas en el centro de mi estómago nauseabundo y en mis ojos llorosos, producto de las arcadas. Sensación de desvanecimiento, conciencia de mi íntima intimidad, un ansia que me envuelve y lastima. El paso de las horas aprieta, ahoga, se instala en mi ser gota a gota. Una imagen fantasiosa y a la vez fantaseada, tan cerca pero tan lejana. Mis mejillas acaloradas y mi presión por el suelo. De pronto, me siento agotada, hambrienta de aceite y sal, sedienta, falta de aire, agitada. Angustia oral que culmina en el atracón de unas masitas deliciosas, las más ricas que he comido. Nada como el sabor de la derrota, tan dulce, tan diabético, tan mortal. 

sábado, diciembre 09, 2023

Llanto taciturno en la tarde de ayer, la frustración me abraza al desear a P. y ver la imposibilidad de concretar nuestro encuentro. Una ola de fracasos vergonzosos, palabras que revelan mi falta de madurez, la cruda realidad sacudiéndome.
A., en nuestra última sesión antes de sus vacaciones, mencionó que el juego de seducción entre P. y yo contradice la razón por la que busqué su ayuda hace algún tiempo. Ese hombre imposible, de repente, se revela como un hombre real y falible.
Si tan solo pudiera, solo una vez, estar íntimamente con P., acariciar su pelo, sentir la proximidad de su cuerpo, besar sus labios. Si tan solo pudiera enfrentar su mirada, si tan solo fuéramos dos seres capaces de ir más allá del deseo mutuo.
La falta de organización y de planificación, un aburrimiento que sofoca, un desgano que me impide rezar (estudiar), ansiedad y falta de motivación que anulan cualquier entusiasmo por los preparativos antes de mi partida el próximo domingo. Fue A. quien me deseó un feliz reencuentro con mi familia, una feliz navidad, una felicidad que ahora parece inalcanzable, un agotamiento que no ofrece relevo.
Mi sentimiento hacia P. logra apagar las luces de la preocupación, dejando en su lugar una lujuria desesperada, un bucle mental saturado de sus palabras eróticas. ¿Cómo llegué a atraerlo con tanta falta de encanto? Él, por su parte, complementa mi carencia con su belleza. Una imagen persiste: él, a contraluz, su rostro delicado y sin imperfecciones, la forma de sus labios, su simetría, su piel tersa y suave, la prolijidad de su barba, y mi subsiguiente suspiro. Él, un hombre con una década más que yo, tan opuesto a mi dulce inocencia, tan dueño de mi pasión.

jueves, diciembre 07, 2023

Imposible, de origen latino "impossibĭlis":

1. adj. No posible.

Sin.: inviable, irrealizable, impracticable, inaccesible, inhacedero.

Ant.: posible, factible, realizable.

2. adj. Sumamente difícil. 

Pedir eso es pedir un imposible.

miércoles, diciembre 06, 2023

Gotas que resbalan por mi ventana, un eco de desesperanza trazando un crucigrama de palabras desgarradas. La llovizna se desliza por mis mejillas, un deseo encerrado en un cajón. Nunca, hasta siempre, el fuego que aviva el carbón de los días tristes. Una aguja sin la dulzura de la anestesia, el remedio y también la herida, oraciones desangrándose por puro placer. El daño del paso del tiempo, las vías del tren del misterio, lo que está destinado a nunca suceder. La risa que el destino sopla como un viento revelador de la imposibilidad. Mis ojos que se cierran, duelen y pierden claridad. La culpa después de la entrega del cartero en el buzón, una cara equivocación. Un rostro que suscita dolor, una sonrisa invertida, unos ojos que precipitan las horas y derraman leche tibia y miel como un saquito de té o lana. Aferrarse a una ilusión paupérrima hasta que las manos ardan, hasta cortar la soga del fracaso, y luego juzgar el propósito de soñar. Enfrentarse al espejo con vergüenza, con pudor y arrepentimiento. Apurar el vaso de la tarde para que pronto sea noche y así los gatos se despierten, bostezando, de su sueño eterno. Un suspiro agonizante, huesos que crujen, manos que tantean paredes húmedas en la oscuridad. Un cuerpo invisible, incapaz de acudir a su encuentro, de decepcionar una expectativa falsa. Y es entonces cuando exhalo una canción cuya letra no me entiende ni refleja la complejidad de mi sentir, inexplicable, roto y con múltiples significados. Asumiré la derrota ante el juez, alegaré la falta de apetito por mi culpabilidad y auto-castigo. Aun así, deseo la máxima pena, un espacio reducido sin vistas a la realidad, deteniéndome en la suciedad y grietas de las paredes mientras siento el suelo helado, sin oír ni ver a los insectos ansiosos de mi carne frágil y desgastada. Que mis lagrimales desprendan barro, una poesía ilegible o el dibujo de una puerta con candado, que no es otra cosa que mi ser fragmentado. Que me juzgue mi propia conciencia, mis deseos impuros y la carencia de valentía. 
Es el tercer día consecutivo de la semana en el que sueño. Hoy, en particular, me he despertado con una profunda emoción y un sentimiento de ternura, como si estuviera a punto de desbordarme de un afecto del cual carezco en las interacciones diarias. Cargaba un bebé en mis brazos, un precioso varón con ojos enormes y una tranquilidad absoluta. Un niño hermoso que, al dormir, parecía un ángel con alas frágiles y una falta de fuerza evidente. Un niño que era mío, lo cual tal vez explique su rostro relajado y cansado, su mirada profunda y sus movimientos delicados. Despierto con el deseo palpable de abrazar a ese bebé, si tan solo existiera, algún día.
La imagen de P. se instala en mi ser, dividida por una contradicción: una ternura que de ninguna manera es inocente, una pasión capaz de incendiar un bosque entero. Una realidad que anhelo compartir con mi psicoanalista, dado mi sentido de extrañeza, al hablar de una fantasía con un hombre que parecía de carácter imposible y que, de pronto, me muestra una dualidad de deseos suaves y fuertes. El pesimismo me consume, incluso siendo testigo de la realidad, un descreimiento y una creencia de que eso jamás se concretará. Al mismo tiempo, es como si pudiera sentir el cuerpo de P. en un abrazo, nuestros labios fusionándose en un beso lento, la incomodidad de volver a mirar su rostro, su mirada expresiva y deseosa, como si pudiera sentir sus manos acariciándome y la suavidad de su pelo, de su cuello y su torso. 

lunes, diciembre 04, 2023

El hombre de bombín negro y traje verde entona su melancólica canción: "Ahora que todos los cuentos parecen el cuento de nunca empezar". Los niños gritan en la vereda y, mi mente, siempre propensa a la oscuridad, imagina a uno de ellos herido, tendido en el suelo como un símbolo de la fragilidad humana.
He renunciado poco a poco a la ilusión infantil de los finales felices. La casita de dulces ya fue encontrada por Hansel y Gretel en el bosque, y en la vida real y adulta, las paredes de chocolate se derriten ante el calor, mezclándose con el pasto, el barro y las mosquitas. Veintitrés años han pasado para que yo razone y me aleje del infantilismo, y todo este proceso se teje por la culpa de P., quien, con inocencia, me ha ofrecido un dulce que al final resultó amargo. 
Por un breve momento, por unos días, he llegado a creer que, después de cinco meses, estaría próxima a un encuentro con P. Como si él quisiera encontrar en mí algo especial, como si pudiéramos compartir un tema de conversación, como si él pudiera ejercer su seducción sobre mí.
Mi espalda empapada por una gota de agua, mi cuerpo cansado por la falta de alimento. Las nubes blancas que me ciegan, y los árboles que apenas danzan por el viento. La espera, la desilusión y la decepción (como P. predijo) son mis compañeras.
Los pájaros vuelan libres, atrayendo mi atención desde la lejanía. Pero, ¿a quién intento engañar? Sería incapaz de dirigirme hacia un encuentro con P., incapaz de pronunciar una sola palabra, de enfrentar su mirada profunda y triste. No es su culpa; él es un ángel. Soy yo, simplemente, que no alcanzo su altura.
No tengo nada que ofrecerle a P. Mi ser se asemeja a dedos que niegan, a risas burlonas. Si tan solo pudiera tener un alma pura, como una perla que se desnuda. Si tan solo mi cuerpo, mi rostro y mi pelo pertenecieran a otro. Si pudiera prohibirme soñar como en la adolescencia. Si hoy fuera el día, el ocaso, el fin de la ternura. Si pudiera transformarme, dejar de ser y volver a comenzar. Si el noventa por ciento de mi cuerpo fuera agua bendita y mi índice derecho hojease las páginas de la biblia. Si pudiera bombardear mis deseos caprichosos, infantiles e imposibles. Si pudiera ser tan culta, tan inteligente, tan bondadosa como P., quizá hoy sería mi día de suerte. Pero no lo es.
Mis noches se llenan de pesadillas tontas, oscuras, enfermas.
Mi lengua roza la piel desnuda de P., suave, como si fuese una segunda boca que no puede besarme. Cierra los ojos, mirándose a sí mismo; he cumplido mi función. La fantasía se repite y se transforma como una obra teatral desgastada, cada noche, cada suspiro orgásmico. La imposibilidad de actuar junto al protagonista, el miedo escénico paralizante. La tristeza de saber que no sucederá. Nunca.
En mi boca (en mi mente) llega el sabor de un copo blanco de azúcar. Recuerdo las vueltas infinitas al palo, como si fuera una niña en una calesita, en busca de la sortija. P. tiene el sabor del copo de azúcar, de la infancia, de las duchas tibias y eternas, de un perfume infantil, de un cuento de hadas, de ropita talle ocho o diez, de la hora de la merienda, del afecto parental, de la comida devorada con gusto, de mi estación favorita del año, de una taza de chocolate caliente. P. sabe, con certeza, al retorno de los días felices, al canto alegre, a sentir la persecución de la luna delicadamente. P. esconde dentro de sí algo similar a un cofre, una llave hacia la puerta de la ilusión, el regreso a maravillarse con las pequeñas cosas. P. tiene el sabor de un pasado renovado, de la actualización de la más tierna inocencia. Y cómo lo sé si no podré probarlo. Nunca.

domingo, diciembre 03, 2023

Obligación de someterme a las cuatro comidas del día. Desinterés y displacer al masticar, un cansancio que se apodera de mi cuerpo y de mi mente. La sensación de estar errando, cometiendo algo indebido. Culpa. Un conflicto interno entre mi estómago que implora alimento y mi boca que se lo niega. Cayendo en las garras afiladas de la desesperanza. Y ni siquiera es descontento con mi cuerpo, ni odio, ni castigo. Es más bien una carencia de voluntad, de fuerza y deseo.

sábado, diciembre 02, 2023

Nada desearía más que cumplir los deseos de P. Su sexo en mi boca o en mi sexo o donde él lo quiera. Una única función: arder en su lujuria apasionadamente.

Horas incontables transcurren sin alimento, como si fuese un cachorro diminuto y desamparado, a punto de desvanecerse por la extrema flacura. Mi sed anhela una única gota de rocío que se convierta en el antídoto indispensable. Las palabras se aferran a mi mente como raíces en la cisura de mi cerebro, mientras mi boca permanece entreabierta y mis dedos adquieren la humedad de la desconexión con la realidad. Un descreimiento se instala en mí, una incapacidad de comprender el abanico de hechos que se despliega frente a mis ojos. Mi psicoanalista me preguntaría qué es lo que no logro entender y por qué me resulta tan difícil hacerlo (no lo sé). La sensibilidad se extiende por todo mi cuerpo, una piloerección se manifiesta en mi brazo izquierdo, y soy consciente de cada respiración y del acto de tragar saliva, experimentando sensaciones que llegan hasta la coronilla y el chakra raíz.

viernes, diciembre 01, 2023

"En la posada del fracaso donde no hay consuelo ni ascensor, el desamparo y la humedad comparten colchón", resuena la voz melancólica de Joaquín Sabina en mi memoria, como un eco profundo de mi desolación. La partida de mi padre dejó un rastro de palabras que resonaron en mi ser, un susurro al oído, un "te veo pronto" que fragmentó mi corazón durante un minuto y medio. La llovizna, suave como un suspiro, cae sobre un tiempo que parece reflejar la inestabilidad que me envuelve.
Las fantasías impensadas de P. flotan en mi mente, buscando tomar forma en la realidad. Una imagen se proyecta con nitidez: yo, vulnerable, entregándome a él. Un anhelo voraz me consume mientras aguardo su encuentro, y por primera vez, siento que nuestros deseos se entrelazan en un juego peligroso y emocionante.
Un niño, un reflejo del pasado que ahora comparte mi misma edad, se presenta, cuestionando mi sexualidad y desafiando la complejidad de mis deseos. Su pregunta, presión notoria de la sociedad que insiste en encasillarme en etiquetas restrictivas.