viernes, diciembre 01, 2023

"En la posada del fracaso donde no hay consuelo ni ascensor, el desamparo y la humedad comparten colchón", resuena la voz melancólica de Joaquín Sabina en mi memoria, como un eco profundo de mi desolación. La partida de mi padre dejó un rastro de palabras que resonaron en mi ser, un susurro al oído, un "te veo pronto" que fragmentó mi corazón durante un minuto y medio. La llovizna, suave como un suspiro, cae sobre un tiempo que parece reflejar la inestabilidad que me envuelve.
Las fantasías impensadas de P. flotan en mi mente, buscando tomar forma en la realidad. Una imagen se proyecta con nitidez: yo, vulnerable, entregándome a él. Un anhelo voraz me consume mientras aguardo su encuentro, y por primera vez, siento que nuestros deseos se entrelazan en un juego peligroso y emocionante.
Un niño, un reflejo del pasado que ahora comparte mi misma edad, se presenta, cuestionando mi sexualidad y desafiando la complejidad de mis deseos. Su pregunta, presión notoria de la sociedad que insiste en encasillarme en etiquetas restrictivas.