sábado, diciembre 02, 2023

Horas incontables transcurren sin alimento, como si fuese un cachorro diminuto y desamparado, a punto de desvanecerse por la extrema flacura. Mi sed anhela una única gota de rocío que se convierta en el antídoto indispensable. Las palabras se aferran a mi mente como raíces en la cisura de mi cerebro, mientras mi boca permanece entreabierta y mis dedos adquieren la humedad de la desconexión con la realidad. Un descreimiento se instala en mí, una incapacidad de comprender el abanico de hechos que se despliega frente a mis ojos. Mi psicoanalista me preguntaría qué es lo que no logro entender y por qué me resulta tan difícil hacerlo (no lo sé). La sensibilidad se extiende por todo mi cuerpo, una piloerección se manifiesta en mi brazo izquierdo, y soy consciente de cada respiración y del acto de tragar saliva, experimentando sensaciones que llegan hasta la coronilla y el chakra raíz.