martes, octubre 29, 2024

Ah, otra vez... El alejamiento me resulta demasiado cruel. Gotas aceitosas y cuadradas envenenan mis ojos. De mi boca, penden las telarañas más antiguas. Creí haber entendido y aceptado la complejidad e imperfección de las relaciones humanas.
Hoy, mientras acariciaba a J., despierta y sonriente, pude verme en ella. Mis dedos cuidadosos recorrían su pelo y sus manitos pequeñísimas.
Recibí la noticia de un embarazo; su madre, radiante, era mirada con ternura por su otro hijo. Nunca había visto sonrisas que quisieran salirse de los rostros como esta mañana.
Todo aquello me sensibilizó, y ahora el silencio se vuelve demasiado pesado. Hacía tanto tiempo que no me sentía tan indeseada. Hace demasiado tiempo que no me siento querida, y hablo de ÉL, como no podría ser de otra manera. Y hablo de mí, puramente como objeto. Y hablo de mis zonas erógenas, de mis suspiros, de mis placeres. 
Naturalmente, hablo de mis deseos muertos. ¿Cómo se siente saberse querida? ¿Cómo se siente ser mirada con amor, y no solo con deseo? ¿Cómo se siente despertar en alguien un sentimiento profundo? ¿Cómo suenan las palabras cuando quieren ser pronunciadas?


¿Cómo se comprende la intensidad de esta tristeza desbordada?


Hoy ha muerto una mujer.

martes, octubre 22, 2024

Recibí la visita de P., inesperadamente. Nuestro encuentro, exhibicionista y sensual, me hace sonreír. Hoy estuve excesivamente risueña y excitada. Me agito de solo recordar los besos de P., recorriendo su caverna carnosa y lubricada. Su mirada y su sonrisa me hacen suspirar, preguntándome si soy digna de su deseo. Allí estábamos, como siempre, en su auto. P., indómito, masturbaba mi sexo húmedo, a plena luz del día. Succionaba mi pezón. Introducía sus dedos mojados en mi boca. Tocaba mi cuerpo como si no existieran otros, como si fuera el mío el único despertador de su apetito. Fui suya, como hace casi tres meses. Ambos anhelábamos practicarnos sexo oral mutuamente; él penetrarme, y yo ser penetrada por él. Aquella fue una hora inolvidable, colmada de goce. Nunca en mi vida había sentido algo así. Ahora, débil, no encuentro ninguna manera de explicar tanto deleite. Todos mis intentos resultarán fallidos... He de decir que lo ocurrido hoy me dejó sin palabras.

domingo, octubre 20, 2024

Mis fantasías eróticas han vuelto, pero no bastan mis contracciones placenteras. Mi figura aniñada, necesariamente, tiene que ser poseída por un hombre. Aquel hombre, insinuó que quería acostarse conmigo también. Todavía me encuentro descreída de esta realidad, de aquella invitación teñida de sensualidad.
Aquel hombre me toma, sorpresivamente, como captando a su presa. Yo, distraída, perseguía mariposas lilas y doradas. De repente, me vi envuelta entre sus brazos, y comprendí que no me dañaría. Sería incapaz de dispararme, no es un cazador realmente.
Yo, una presa comprensiva, me rindo ante el hombre deseoso. Sus dedos anhelaban la suavidad de mi piel, y aquí me tiene, enteramente. No estoy segura de lo que debería hacer en este momento. El hombre descansa en su satisfacción, permitiéndome acorralarlo. Mis labios, ruidosamente, pasean por sus ojos cerrados, por su frente relajada, por su boca temblorosa. Mi boca se adueña de sus hombros, de sus brazos, del dorso de sus manos. Acaricio su pecho, su abdomen, sus caderas y sus muslos.
La lengua serpenteante del hombre me hace cosquillas clitorianas. No puedo hacer más que rendirme ante él, con roces suaves, contemplando su dureza. Estoy en boca del hombre, que succiona uno a uno mis pezones, mientras se apropincua a mis porciones carnosas. Sus movimientos despaciosos me hacen suspirar entre las luces. Ahora, nuestros rostros se funden en uno solo, perfeccionado.

miércoles, octubre 16, 2024

C. me abrazó durante un largo rato. A pesar de ser una púber muy cercana a mí, fue la primera vez que me extendió sus brazos. Creo que ambas lo necesitábamos.
Por otro lado, un jovencito llamado B., se acercó a mí tres veces. Dado su interrogatorio, le dije que mi tarea es ayudar. A pesar de las pocas horas compartidas, me gané la confianza de B. Notó que sonrío siempre, yo también me doy cuenta de esto.
Como siempre, T. insistió en querer salir conmigo.
Otra vez me sentí profundamente feliz y emocionada. Últimamente estoy muy sensible.

martes, octubre 15, 2024

Compartí mi tarde de hoy con J., una niñita hermosa y buena, que robó mi corazón por completo debido a su dulzura. Al llegar a casa, después del trabajo, rompí en llanto por la emoción. Las miradas y las sonrisas de J. no fueron las únicas que me hicieron rebosar de ternura. Otros niños y niñas me llenaron de afecto al abrazarme, besarme y acariciarme. Recuerdo un momento en particular: J. tocó mi espalda, y yo corrí tras ella. El paisaje era bellísimo: había nubes blancas dibujadas en el cielo celeste, un sol muy luminoso, un pasto verde crecido, árboles y toda clase de juegos infantiles. Me di cuenta de que estaba siendo inmensamente feliz en ese mismo instante, rodeada de niños que jugaban y reían.
En el día de ayer, un niñito le preguntó a T. si él y yo estamos en pareja, a lo que respondió negativamente, echándome la culpa. Durante cuarenta minutos, T. no hizo más que quejarse de su aburrido viernes (ya que anhelaba verme), y de proponerme un encuentro por fuera del trabajo. Yo me limitaba a cambiar de tema, o me alejaba físicamente. Me hacía sentir incómoda que T. deseara tanto verme, contrariamente a mí. Además, hacía tres días que yo no le hablaba, causando otro motivo de queja. Mañana volverá a ser un recién casado.
Por otro lado, P. actúa como yo con T. Es evidente que no quiere hablar conmigo, lo cual me entristece. Momentáneamente, me consuela saber que lo veré pronto. Creo que, de nuevo, lo que me hace sufrir, es que no me desee. Quiero llorar cada vez que nos recuerdo envueltos en erotismo. De hecho, mis ojos no pueden contenerse. Me duele recordar sus palabras impúdicas, sus labios húmedos, sus brazos fuertes, su mirada hambrienta de mí... ¿Qué será de la vida de aquel P.? Éste es extremadamente distante. En gran parte es mi culpa, tampoco me voy a mentir. 

domingo, octubre 13, 2024

P. cruzó mi sueño, y yo deshice la cama. Habré dormido poco más de diez horas, despertando con la luz del día. Ayer, oí una voz masculina cantar: "Todo en mi cuerpo quiere verte, y pide a gritos abrazarte, o por lo menos escuchar tu voz". Casualmente, otra voz masculina gritó el nombre de P. Habré tenido dos episodios de llanto, mi mente estuvo a punto de arruinar el sábado. Después de aquello, me perdí durante cuatro horas. Creí que vería a S., pero no pudo suceder. Necesitaba algo, cualquier cosa que pudiera calmarme. Fueron rostros, escenarios, y voces inglesas. La angustia volvía cada vez que se aproximaban dos manos ajenas, dos bocas ajenas, dos cuerpos ajenos. Será imposible concebir un mundo sin erotismo. En esos momentos, me preguntaba qué sentiría P. Quizá no tiene deseos de verme, lo cual me preocupa. Quizá desprenderse del mundo y alojarse en otro, fantasioso, le impide pensar en mí. Me duele pensar en el pasado, me avergüenzan mis expresiones deseosas y afectivas. Me repito que ya no importa todo eso, que no volverá a suceder. Esta vez, intentaré ser la mujer que P. necesita que sea.

sábado, octubre 12, 2024

Un falo blanco.
Un cuerpo blanco poseído por otro cuerpo blanco.
Pisos y paredes blancas, puertas blancas.
Lágrimas blancas.

Gusanos blancos 
recorren mi espalda blanca.
Brota de mis ojos blancos
angustia blanca.

viernes, octubre 11, 2024

Distingo al menos cuatro sonidos que, simultáneamente, me molestan y ensordecen. Cae la noche, y me temo que no podré realizar ninguna actividad meditativa. Leí a Plath durante dos horas, eso fue todo. Ah, y me masturbé, algo rutinario ya. P. besaba mis labios dulcemente, y yo me perdía en su rostro angelical y por demás bello. Hoy, me negué a una conversación erótica con A., y a salir con T. Fue mi psicoanalista quien, hace algunos días, me reconocía como "una mujer hermosa", comprendiendo así las miradas de púberes y de un joven de mi edad. ¿P. me verá como una mujer hermosa también? No es necesario que lo haga hoy, sino cuando esté frente a mí. ¿Tendré que adornarme, o bastará con mi sencilla presencia? Pienso en nuestro próximo encuentro, no obsesivamente, sino más bien tranquila, deseosa y feliz. Además puedo enfocarme en mis proyectos personales. Ahora sí, todo está en orden. Ya no hay rastros de la ansiedad y la angustia que tanto colmaban mis días y mis noches. Me pregunto si será sostenible escribir sobre este costado de la vida, o si debería hacerlo cuando me duela la mente. También me resulta extraño dialogar con A. sobre mi presente y mi futuro, por la falta de negrura. Ahora, pareciera que camino con zapatitos blancos, por aceras limpias, ¿y aquel hombre dispuesto a lastimarme?

miércoles, octubre 09, 2024

Escuchar la voz de P. es música para mis oídos. Estoy segura de que nos veremos muy pronto. Ayer, luego de quince días, tuve una sesión psicoanalítica. Mi mirada se iluminó por completo al hablar de P., y en mi rostro se dibujó una sonrisa de oreja a oreja. Según A., estoy siendo empática con él. Qué ganas de escucharlo reír y hablar muy cerca de mí. ¿Nos besaremos en la boca? Me siento como una púber nerviosa, y me da un poco de vergüenza. No sé si se fundirán nuestros cuerpos en un abrazo, mi única certeza es que lo veré. Suspiro, me atrae irrefrenablemente.

lunes, octubre 07, 2024

Me encontré con T. y juntos nos dirigimos hacia el trabajo. En el camino, conversamos. En más de una ocasión, T. se manifestó deseoso de besarme. Mantuve la distancia adecuada, respetando en todo momento mis sentimientos hacia P. Algunos púberes nos observaron llegar, e hicieron eco de esta situación. Me preguntaron si éramos hermanos, novios o amigos. "Amigos, conocidos", respondí. Me preguntaron, también, si estaría con alguien, y respondí rotundamente que no. Para mi sorpresa, dijeron que nos parecíamos físicamente, y que haríamos una linda pareja. No quiero recibir más comentarios así.
Estaba risueña, conversando con P. Cada palabra suya, escrita o de su boca, era un motivo para sonreír. T. piensa que no quiero besarlo porque hay alguien más. De hecho, no es el motivo principal. Es, sencillamente, que no quiero hacerlo. Y sí, en su lugar, me encantaría besar a P. Me gusta más hablar con P., quien es el receptor de todo mi afecto y deseo. T. es una figurilla a comparación de P. En caso de querer conversar y ver a alguien, desearía conversar y ver a P. No hay lugar, dentro de mis anhelos, para T.
Ah, hoy me sucedió algo extraño. Hace días convivo con un malestar en la garganta. Lo cierto es que hoy, mientras caminaba con T., empecé a sentir una picazón en la amígdala izquierda, y pronto me sentí ahogada. T. me ofreció agua, me negué pues yo tenía. Lo culpé, ya que sólo experimenté esto estando con él. Fue horrible, me sentí incómoda al menos una o dos cuadras. Me sentí avergonzada por aquello, pero por suerte, tras tomar varios tragos de agua y un caramelo de limón y mentol, estaba casi como nueva. Siento que fue una señal de mi cuerpo, además de la ansiedad persistente, de que no debo volver a ver a T. fuera del trabajo. No hubo ningún acercamiento físico entre nosotros, pero... En un momento, en chiste, dije que no quería verlo más. Tendré que seguir viéndolo semanalmente, pero únicamente en el trabajo. No me alejaré ni dejaré de hablarle de repente, pero tampoco daré el brazo a torcer (no lo abrazaré ni lo besaré, no haré nada).
Pasé dos días sin ingerir alimentos. Recuerdo un consejo de mi abuela: si no comés, al menos tomá agua. Son ahora las cuatro de la mañana, y desperté con un dolor de cabeza muy intenso. No tengo ningún problema, simplemente me aborrece la comida. Quizá el psicoanálisis pueda teorizar sobre esto, y enlazarlo a mi madre. En fin, tengo que volver al trabajo, y no siento ninguna fuerza poderosa dentro de mí. Más bien, me pienso inerte, y vacía. Opino que mi mente se enturbió como la madrugada. ¿Por qué? ¿Por los días intensos, o tal vez las más diversas emociones, o el reposo necesario? Insisto: todo está muy bien, excepto esta nada estomacal. Y la irascibilidad que despierta R. en mí. Y el no poder abrazar a P. Y quizá la atención excesiva de T. Nada de todo esto es tan angustioso como para evitar comer. No estoy enferma, es aburrimiento, ya escribí sobre esto.

sábado, octubre 05, 2024

Volví a conversar con P. en el día de ayer. ¡Fue hermoso! Escuché su voz después de mucho, mucho tiempo. Estaba contentísima. Aquello duró algunas horas.
Inesperadamente, me encontré con T. en la noche. Llevaba puesto un traje negro, que resaltaba sus ojos celestes y su pelo claro. Había estado un día sin hablar con él, pero esta ocasión me llevó a sus brazos. Nos abrazamos dos veces, pero a diferencia de lo que me pasaba con P., parece que el cuerpo de T. no encaja perfectamente con el mío. C'est dommage. T. quiere besarme, e insiste en que el tiempo en que nos vemos es poco. Yo, todavía me resisto. Sigo firme en que nos veremos únicamente en el trabajo. La vuelta de P. no hizo más que alimentar mi deseo por ÉL, volviendo a los demás hombres pequeñísimas hormiguitas insignificantes y espantosas. P. es, más que nunca, un hombre bellísimo. Su piel me atrae como ninguna otra, al igual que sus ojos y su pelo oscuro. Désolé, T.

miércoles, octubre 02, 2024

No compartí mi tarde de hoy con T., quien alega que "no puedo pedir más", ya que me ayuda con D., me habla tiernamente, y además insiste en verme por fuera del trabajo. Se queja, tristemente, de mi alejamiento. En chiste, dijo que se mataría si no habláramos más, y que no aguantaría estar una semana sin verme. Me atendré a hablar poco y nada con él. De hecho, no me interesa porque no puede transformarse en P. En relación a este último, pensé en decirle que me importa. ¿Se tomará vacaciones con su hijo? ¿Seguirá desvelándose por las noches? ¿Cómo se sentirá anímicamente? Preguntas que no le formulo, pues está desaparecido.
Estos últimos dos días estuve leyendo bastante a Plath, me fascinó su "Carta de amor". Me refugio en el silencio, en la lectura meditativa, en las mañanas bajo el sol, en la práctica diaria de yoga, en los trabajos, en los proyectos... Ningún ruido me ensordece ni me distrae del presente. Estoy muy bien. Bueno, hoy el cansancio se apoderó de mí. Desperté a las cuatro y media de la mañana, y pasé la tarde remoloneando en la cama. Siento una picazón molesta en la garganta. Por lo demás, me resulta extraño este momento de mi vida (extrañamente productivo, vivo). Es extraño vivir alegre y aliviada, extraña esta sonrisa en mi rostro. Extraños estos días en los que extraño desde el desapego.

martes, octubre 01, 2024

Me masturbé pensando en P., aunque ninguna palabra suya se adueña de mis ojos. Muy por el contrario, es T. quien insiste en tener un encuentro conmigo. Yo me niego, no quiero pasar tiempo con él. Recuerdo que, cuando llegué a Buenos Aires, soñaba con estar a oscuras, frente a una pantalla luminosa (con P., obviamente). Sentía deseos de encontrarme con él en un parque, o en el patio de mi casa, y mirar el cielo juntos. Todos mis deseos oníricos, en realidad, estaban teñidos de erotismo. Su cara desprendía telarañas que ataban mis manos, y como si fuera una escultura sumamente bella, me detenía en cada una de sus partes, recorriéndolo con mi vista y suspirando por él. Era una hermosura de hombre, al que no le encontraba ningún defecto. Yo lo dibujaba hermoso, lo pintaba hermoso, lo escribía hermoso, lo inventaba hermoso. Lloro, pensando que algún día lo veré pasar, y me paralizaré, reteniendo su efigie en el centro de mi pecho. Pronto dejará de ser una nube borrosa, un silencio distante, un olvido mortal. Tarde o temprano, habremos de reencontrarnos.