martes, octubre 29, 2024

Ah, otra vez... El alejamiento me resulta demasiado cruel. Gotas aceitosas y cuadradas envenenan mis ojos. De mi boca, penden las telarañas más antiguas. Creí haber entendido y aceptado la complejidad e imperfección de las relaciones humanas.
Hoy, mientras acariciaba a J., despierta y sonriente, pude verme en ella. Mis dedos cuidadosos recorrían su pelo y sus manitos pequeñísimas.
Recibí la noticia de un embarazo; su madre, radiante, era mirada con ternura por su otro hijo. Nunca había visto sonrisas que quisieran salirse de los rostros como esta mañana.
Todo aquello me sensibilizó, y ahora el silencio se vuelve demasiado pesado. Hacía tanto tiempo que no me sentía tan indeseada. Hace demasiado tiempo que no me siento querida, y hablo de ÉL, como no podría ser de otra manera. Y hablo de mí, puramente como objeto. Y hablo de mis zonas erógenas, de mis suspiros, de mis placeres. 
Naturalmente, hablo de mis deseos muertos. ¿Cómo se siente saberse querida? ¿Cómo se siente ser mirada con amor, y no solo con deseo? ¿Cómo se siente despertar en alguien un sentimiento profundo? ¿Cómo suenan las palabras cuando quieren ser pronunciadas?


¿Cómo se comprende la intensidad de esta tristeza desbordada?


Hoy ha muerto una mujer.