viernes, octubre 11, 2024

Distingo al menos cuatro sonidos que, simultáneamente, me molestan y ensordecen. Cae la noche, y me temo que no podré realizar ninguna actividad meditativa. Leí a Plath durante dos horas, eso fue todo. Ah, y me masturbé, algo rutinario ya. P. besaba mis labios dulcemente, y yo me perdía en su rostro angelical y por demás bello. Hoy, me negué a una conversación erótica con A., y a salir con T. Fue mi psicoanalista quien, hace algunos días, me reconocía como "una mujer hermosa", comprendiendo así las miradas de púberes y de un joven de mi edad. ¿P. me verá como una mujer hermosa también? No es necesario que lo haga hoy, sino cuando esté frente a mí. ¿Tendré que adornarme, o bastará con mi sencilla presencia? Pienso en nuestro próximo encuentro, no obsesivamente, sino más bien tranquila, deseosa y feliz. Además puedo enfocarme en mis proyectos personales. Ahora sí, todo está en orden. Ya no hay rastros de la ansiedad y la angustia que tanto colmaban mis días y mis noches. Me pregunto si será sostenible escribir sobre este costado de la vida, o si debería hacerlo cuando me duela la mente. También me resulta extraño dialogar con A. sobre mi presente y mi futuro, por la falta de negrura. Ahora, pareciera que camino con zapatitos blancos, por aceras limpias, ¿y aquel hombre dispuesto a lastimarme?