miércoles, octubre 02, 2024

No compartí mi tarde de hoy con T., quien alega que "no puedo pedir más", ya que me ayuda con D., me habla tiernamente, y además insiste en verme por fuera del trabajo. Se queja, tristemente, de mi alejamiento. En chiste, dijo que se mataría si no habláramos más, y que no aguantaría estar una semana sin verme. Me atendré a hablar poco y nada con él. De hecho, no me interesa porque no puede transformarse en P. En relación a este último, pensé en decirle que me importa. ¿Se tomará vacaciones con su hijo? ¿Seguirá desvelándose por las noches? ¿Cómo se sentirá anímicamente? Preguntas que no le formulo, pues está desaparecido.
Estos últimos dos días estuve leyendo bastante a Plath, me fascinó su "Carta de amor". Me refugio en el silencio, en la lectura meditativa, en las mañanas bajo el sol, en la práctica diaria de yoga, en los trabajos, en los proyectos... Ningún ruido me ensordece ni me distrae del presente. Estoy muy bien. Bueno, hoy el cansancio se apoderó de mí. Desperté a las cuatro y media de la mañana, y pasé la tarde remoloneando en la cama. Siento una picazón molesta en la garganta. Por lo demás, me resulta extraño este momento de mi vida (extrañamente productivo, vivo). Es extraño vivir alegre y aliviada, extraña esta sonrisa en mi rostro. Extraños estos días en los que extraño desde el desapego.