Inesperadamente, me encontré con T. en la noche. Llevaba puesto un traje negro, que resaltaba sus ojos celestes y su pelo claro. Había estado un día sin hablar con él, pero esta ocasión me llevó a sus brazos. Nos abrazamos dos veces, pero a diferencia de lo que me pasaba con P., parece que el cuerpo de T. no encaja perfectamente con el mío. C'est dommage. T. quiere besarme, e insiste en que el tiempo en que nos vemos es poco. Yo, todavía me resisto. Sigo firme en que nos veremos únicamente en el trabajo. La vuelta de P. no hizo más que alimentar mi deseo por ÉL, volviendo a los demás hombres pequeñísimas hormiguitas insignificantes y espantosas. P. es, más que nunca, un hombre bellísimo. Su piel me atrae como ninguna otra, al igual que sus ojos y su pelo oscuro. Désolé, T.