domingo, octubre 13, 2024
P. cruzó mi sueño, y yo deshice la cama. Habré dormido poco más de diez horas, despertando con la luz del día. Ayer, oí una voz masculina cantar: "Todo en mi cuerpo quiere verte, y pide a gritos abrazarte, o por lo menos escuchar tu voz". Casualmente, otra voz masculina gritó el nombre de P. Habré tenido dos episodios de llanto, mi mente estuvo a punto de arruinar el sábado. Después de aquello, me perdí durante cuatro horas. Creí que vería a S., pero no pudo suceder. Necesitaba algo, cualquier cosa que pudiera calmarme. Fueron rostros, escenarios, y voces inglesas. La angustia volvía cada vez que se aproximaban dos manos ajenas, dos bocas ajenas, dos cuerpos ajenos. Será imposible concebir un mundo sin erotismo. En esos momentos, me preguntaba qué sentiría P. Quizá no tiene deseos de verme, lo cual me preocupa. Quizá desprenderse del mundo y alojarse en otro, fantasioso, le impide pensar en mí. Me duele pensar en el pasado, me avergüenzan mis expresiones deseosas y afectivas. Me repito que ya no importa todo eso, que no volverá a suceder. Esta vez, intentaré ser la mujer que P. necesita que sea.