martes, octubre 15, 2024
Compartí mi tarde de hoy con J., una niñita hermosa y buena, que robó mi corazón por completo debido a su dulzura. Al llegar a casa, después del trabajo, rompí en llanto por la emoción. Las miradas y las sonrisas de J. no fueron las únicas que me hicieron rebosar de ternura. Otros niños y niñas me llenaron de afecto al abrazarme, besarme y acariciarme. Recuerdo un momento en particular: J. tocó mi espalda, y yo corrí tras ella. El paisaje era bellísimo: había nubes blancas dibujadas en el cielo celeste, un sol muy luminoso, un pasto verde crecido, árboles y toda clase de juegos infantiles. Me di cuenta de que estaba siendo inmensamente feliz en ese mismo instante, rodeada de niños que jugaban y reían.