R. me culpa del desorden del hogar, proyectando, esta vez, sus propias tendencias a la desorganización y el caos. Desvía su culpa y responsabilidades porque se siente abrumado. Se comunica de forma indirecta, a través de la crítica, queriendo controlar la narrativa sobre mí y mi comportamiento, evitando que pueda defenderme. Quiere sentir que tiene el control y el poder sobre mí, sin asumir su dificultad para aceptar la independencia y autonomía de los demás. Dice que se cansó. Su ira y frustración son tales que amenaza con romper la vajilla, porque no puede expresarse de manera saludable y respetuosa.
Au revoir, connard. Merde.