El lunes al mediodía, conversando con mi amigo A., comentó que hay cosas que debo guardarme solo para mí y no contarlas. No respondí nada. Hoy reapareció. Hizo un chiste sobre P., enlazando su apodo con la música. Dije: "Ya no me afecta. Estoy bien, estoy curada", y me reí. Cree que me sacará del pozo con su humor. ¿De qué pozo?
Volviendo a mi psicoanalista, mencionó que estoy muy sola acá en Buenos Aires. También opina que, después de meses, mi principio de realidad está volviendo. Cree que mi refugio en realidad es un búnker, pero no me encuentro en Gaza. El desorden de R. me molesta porque estoy confundida, tengo un nudo mental y necesito ordenarme.
Por otro lado, me llegó un mensaje de un familiar: "¿Qué hiciste el fin de semana? No hiciste una mierda. Estuviste encerrada, no saliste". No respondí. Esta persona está obsesionada con mi encierro y cree que saldré solo porque dice que tengo que hacerlo. Supongo que es fácil aconsejarle a alguien que salga de su casa cuando no se considera que pueda tener agorafobia.
Estoy pensando en algo de manera obsesiva, creyendo que solucionará muchos de mis problemas y mejorará ampliamente mis síntomas fóbicos. Se trata de una decisión difícil de tomar, pues antes debo considerar algunos aspectos importantes. Anteriormente también me obsesioné con los estudios. Será tiempo de pensar con claridad y priorizar mi felicidad.