P. sigue interactuando en línea con la misma mujer desde hace casi una semana. Se muestra simpático, aunque en realidad su comportamiento hacia las mujeres es despreciable. Finge amabilidad, pero no puede sostener ese papel por mucho tiempo. Es curioso que mi primera impresión fuera lo encantador que parecía, sumado a sus múltiples interacciones con otras mujeres... Me dejé llevar por su aparente carisma, sin imaginar que me estaba adentrando en la boca del lobo.