viernes, marzo 28, 2025

El miércoles me derrumbé. La última vez que me sentí tan mal traté de contactar a P. y a R., y al parecer, no aprendí de mi error. Esta vez, a P. le dije que mi amor es inefable, y a R. le pedí que pudiera entender mis sentimientos por P. Hoy borré el mensaje a R., pero no pude borrar lo que le escribí a P.
Volviendo al miércoles... Después de enviarle a P. una actualización de mi afecto, traté de concentrarme en el estudio. Me encontré con la siguiente idea: "La incomodidad y el incremento de angustia producen la idealización de un estado pasado al que se procura regresar y al que se evoca con profunda nostalgia".
Imaginaba que P. vendría a verme, aunque sabía que era imposible. Lo recordaba envuelto en un sweater, y yo, sintiendo los latidos de su corazón. Reviví emociones y sentimientos pasados, deseosa de conexión y calor humano. Probablemente P. estaría trabajando, viviendo su vida, mientras yo lloraba. Y no era la primera vez.
Nos recordaba riendo, hablando, abrazados. Me partía el corazón saber que P. no quería volver a compartir esos momentos conmigo, teniendo en cuenta lo significativos que eran para mí. Sentía una enorme necesidad de afecto, ternura, cuidado, acercamiento. La sensación de soledad y aislamiento era profunda.
Me sentía débil, con la parte alta de mi estómago vacía, nauseabunda. Necesitaba aire. La sensación de rechazo y abandono por parte de P. me llevó a experimentar síntomas físicos insoportables. Lloraba tanto que sentía una presión muy dolorosa en la cabeza. P. era la única persona que podía proporcionarme protección. Qué irónico. Mi frente caliente. Necesidad de abrigo. Mi vista cansada, como si tuviera fiebre.
La firma de un documento y el estudio quedarán para mañana. En su lugar, le escribí a R., sabiendo que no me contestaría. Era plenamente consciente de que tropezaría con la misma piedra. Pero mi necesidad afectiva fue más fuerte. Mi cuerpo buscaba un cuidado que no recibió, y eso me dejó vulnerable y debilitada. Prioricé mi bienestar y satisfacer mis necesidades básicas.
Ayer, mi necesidad de contención volvió, pero mis momentos de angustia fueron menos intensos. Traté de ser más racional y entender que P. no era saludable para mí: ni su forma de tratarme, ni sus alejamientos, ni la falta de valoración a mi tiempo y esfuerzo.
Día de autoanálisis. Sorpresivamente, A. quiso tener una conversación seria conmigo. Me preguntó sobre mi rutina, pidiéndome que me explayara. Me escuchó, me respondió. Recordé un día en que le conté algo importante a P., pero él jamás prestó atención a lo que tenía para decirle ni me dijo nada al respecto. 
Así terminó el día. Las horas de ayuno siguen prolongándose.