Una debilidad intensa, mareos, episodios de angustia fóbica, menstruo vivo. Larguísimas horas sin probar bocado. El nerviosismo se reflejaba, inconscientemente, en el abrir y cerrar de un objeto que, torpemente, terminé rompiendo.
Mientras escribo estas líneas, mi mente ansiosa divaga en la noticia repentina de que pronto tendré que enfrentarme a la calle. Mi estómago se contrae y lloro con fuerza. ¿Empezaré ya con las excusas? Pienso en mi próxima sesión psicoanalítica. Imagino a P. esperándome. Recuerdo los test de embarazo.
Será mejor conversar con la almohada.