domingo, marzo 31, 2024

Horas eternas de inanición y sueños partidos. Jugaba en la calle. Escribí en una pared el nombre de G., quizás mi primer amor. Era consciente de mi pésimo estado físico al correr; mi cuerpo infantil se sentía pesado. Luego, alguien intentaba acercarme a un varón, y yo me alejaba de éste como si fuera un monstruo.
Aproveché la oscuridad de la noche para llorar profusamente. Asocié el regalo que le hice a P. con un cuaderno escolar, repleto de mis producciones. Un cuaderno para que mis padres me vieran con ternura. Cartas amorosas hacia ellos, dibujos de sus rostros. Una vez más anhelaba ser una niña buena, esta vez con ÉL. De ahí mi regresión onírica.
Vi Kamchatka pensando que lloraría con la escena final. El menor de los dos hermanos del filme se ganó mi corazón con toda su ternura. Reposo en la cama, acariciando a mi gata. Escapo de la humareda y del dedo índice que toca el timbre. Las voces y risas despiertan mi ira, haciéndome dar cuenta de cuánto necesito estar sola. Miento. Ojalá pudiera escuchar la voz de un hombre. Ojalá ese hombre fuera P.

sábado, marzo 30, 2024

Su imagen distante en mis sueños me hace despertar inquieta. Leo sobre la soledad en el silencio de la mañana y practico yoga para liberar mi mente, lográndolo hasta cierto punto. Me ocupo de una lista de tareas pendientes, igual que ayer. La rutina me estructura, me instala siempre en medio de dos vórtices.
Recuerdo mi conversación con A. en la tarde de ayer. Me preguntaba acerca de las lágrimas que escapaban de mis ojos. ¿Acaso era la necesidad de protección y cuidado emocional la raíz de mi llanto? Por la noche, reflexionaba al respecto, recordándome solitaria en las tardes, jugando o aburriéndome. Intentaba imaginar a mi madre allí pero no lograba hallarla.
La distancia e indiferencia de P. me recuerdan mi propia frialdad. Escribo sobre ello y lloro, como si se me escapara la vida. Su afecto momentáneo me elevó al cielo y luego me arrojó al suelo con su desaparición. Preparativos para un momento que jamás llega. No encontrarlo me desespera.
¿Habrá sido la expresión de mi afecto el motivo de su huida? ¿Habrán sido los poemas de Storni, los escritos de Pizarnik, mis cartas de amor, mis dibujos? ¿Habrá sido mi inocencia o mi lujuria? ¿Habrá sido mi ternura joven? Pensar en esto despierta en mí una angustia incontrolable. 
¿Por qué el vacío se intensifica cuando desaparecen sus caricias, su mirada dulce, su atención? ¿Por qué nada me distrae de este sentir? ¿Por qué me culpo por SER? ¿Por qué no concibo más que el fin de un vínculo que no comprendo? ¿Por qué no puedo abrazarme como él lo hace? ¿Por qué necesito sus palabras? ¿Por qué escribo sola? ¿Por qué no estoy con él ahora mismo? Lo habré atosigado, estará harto de mi presencia. Y ni siquiera dije "te quiero". 
Falta. Ausencia. Separación. Parto. Individuo. Dependencia. Emociones en juego (A.). Intercambio de energía. Sexo. Afecto. Hola. Astronauta (P.). Apellido. Herida. Tronco del árbol. Borrones. Corazones. Amor. Cuidado. Riesgo. Intensidad. Nosotros (también somos esto). ÉL. yo. Todo. Nada.
Amor.
Amor.
Amor.

miércoles, marzo 27, 2024

Sueño con mil caras, todas son de P. Nos hemos reencontrado en el día de ayer. Su presencia volvía a vislumbrarse a la vuelta de la esquina. "Te extrañé", pronunciaron sus labios. Me tocaron sus manos, me abrazaron sus brazos, me besó su boca de cristal como si no lo hiciera hace tres meses. Mis facciones petrificadas, un desborde producto de su mirada dulce y profunda.
Mi respiración se agita, mi lengua ya sueña con recorrer su cavidad oral nuevamente. Puedo sentir la suavidad de las yemas de sus dedos girando sobre mi sexo húmedo, mientras su dureza indica cuánto me desea. Interrumpidos siempre, tan solo estamos afectuosos en público. Huimos en busca de otro espacio. 
Aquí se concreta mi fantasía. Su sexo en mi boca, en mis labios, en mi mejilla. Sus ojos clavados en mí, envueltos de placer. Olvido mi inocencia, la escondo. Aquí y ahora soy una mujer fervorosa, no existe más que mi libido rozando el mismísimo cielo. Por un instante, una unión genital que me complace al mismo tiempo que duele. 
Unión genital que se frustra por la presencia cercana de un hombre. Hemos de escapar y volver a la vuelta de la esquina. Nunca hemos deseado tanto fundirnos el uno en el otro. P. ya no habla de querer, habla de necesitar entrar en mi cuerpo. Nos hemos convertido en dos exhibicionistas tan pronto que ni tiempo he tenido de pensar en mis actos. Una sustancia suya está adherida a mí.
Tres horas nuestras que terminan con su rostro satisfecho y agotado. Una hoja garabateada, letras y dibujos suyos y míos. P. hace un comentario psicoanalítico: de un lado, nuestros traumas, su tronco del árbol herido, mis rayones paternos. Del otro, el amor, corazones por doquier. Sus cuerdas vocales dicen relación sexo-afectiva, mi mente quiere atreverse a indagar. "Te quiero", pienso. Pienso pero no lo digo en voz alta.

domingo, marzo 24, 2024

Cocino el almuerzo. Al mirar por la ventana, observo a un hombre de barba y camisa leñadora en el jardín. Me detengo en un detalle: sus dientes. Cuestiono si su presencia es real o si, por el contrario, estoy volviéndome loca. Desaparece. Una sábana cuelga desde la habitación de mis padres. Al salir y mirar hacia su ventana, el hombre estaba cubierto por una toalla, mirándome también. Despierto por segunda vez a las cinco de la mañana, en medio de una discusión con P. en la que menciona sus desapariciones, y recuerdo las palabras de mi padre en la cena de ayer.
Me odio, me detengo en mi rostro y mi cuerpo infantil y me odio. Me alejo de P., ya que mis deseos no podrán ser satisfechos a causa de mi malestar. Mi fantasía se ve casi derrumbada, mi autoimagen negativa me lleva a pensar nuevamente en el suicidio. Siento una profunda angustia al no poder ver nada bueno en mí. Me pregunto por qué P. me besó aquella vez. Se habrá rendido ante mi insistencia. ¿Por qué miente al decir que quiere verme? ¿Por qué juega con mis sentimientos?
Paseo familiar en Torremolinos. Despedidas. La llovizna no tarda en llegar. Los gatos independientes y el mar embravecido logran calmar mi vista y mi mente. Me viene la sensación inminente de partida. Pronto me iré de este mundo (de este país). Me sorprende la aparición de S. mencionando la palabra "cita". El ruido de la lluvia despierta mi deseo de encontrarme con P.

viernes, marzo 22, 2024

Me desvelé, habiendo dormido poco más de tres horas. Mis ojos se bañan de luminosidad, mis primeras palabras van dirigidas hacia P., con ternura según él. Le cuento mi sentir, confiándole mi angustia. Lo que suceda entre nosotros escapa de mi control, quiere decir que esté tranquila.
Salida al exterior, un cansancio que me pesa en el cuerpo prontamente, dejándome sin energía. Mi autoestima desaparece, anhelo dejar de ver mi rostro. Pensamientos catastróficos me acechan, como queriendo hacerme llorar. Me relajo en la cama, leo y comienzo a estudiar sobre la perspectiva de género en la adolescencia. Casi se me olvida P.

jueves, marzo 21, 2024

Relación sexo-afectiva, relación fantasiosa o relación puramente sexual. Pienso en las tres opciones que me planteó A. en nuestra sesión del lunes.
Despierto en la madrugada, armo mi valija para el vuelo del domingo. Pienso en ÉL, y en el encuentro que pactamos. Quedan cuatro días para volver a besar sus labios, su cuello, su sexo. 
Decido continuar con la lectura de Simone de Beauvoir, esfuerzo por no apartarme de sus palabras. Son las seis y cuarenta de la mañana, y llevo dos horas insomne. 
En la lejanía, unas rendijas luminosas contrarrestan el cielo azul oscuro. En mi mente, los deseos de P. se mezclan con los míos. Un obstáculo: la distancia. Aunque han pasado tres meses desde nuestro único encuentro, seguimos deseándonos. 
Mi cuerpo, sensibilizado, se rinde ante la fantasía de intimar con l'homme parfait. Planificación, una fecha y un horario. ¿Pasará? Sueño con su indiferencia. Salida distractora al exterior. Al regresar, imagino mi cuerpo desnudo sobre el suyo. Deseo. 

viernes, marzo 15, 2024

Es viernes, quince de marzo. Han pasado tres meses desde mi encuentro con P. Me inquieta percatarme de este detalle. Mi mente insiste en traer su recuerdo al presente. No puedo dormir, no es tristeza sino apego. Aunque hace tres días que no hablamos, no extraño nuestra conflictiva relación. Me siento mejor así, con su ausencia y mi presencia. Sin embargo, le escribo: ojalá ser frígida ojalá ser pura ojalá ser inocente ojalá ser ojalá no ser.
Salí a caminar durante dos horas. Mi mirada se perdió en el rostro de un hombre que guardaba un parecido sorprendente con ÉL. He renunciado a la lectura en la plaza debido a la pesadez del clima, la gente por doquier o mi acelerado paso. En su lugar, he leído entre las sábanas. Necesitaba profundamente un momento silencioso, captar mi desnudez, fijarme en mi rostro, respirar con ambas manos en el abdomen.

jueves, marzo 14, 2024

Al igual que ayer, me desvelé solo una vez (a las tres de la mañana) y volví a comer cuatro veces al día. Salí al exterior con le bon ange féminin, compartimos sonrisas cómplices y caminamos por nuestro antiguo barrio. Por la tarde, me dirigí a una plaza con un libro de Simone de Beauvoir, "La mujer rota". Leí durante una hora y media, deteniéndome a veces en mis pensamientos. Un mirlo revoloteaba entre los arbustos ("take these broken wings and learn to fly"). Un par de palomas hacían crujir las hojas secas mientras caminaban detrás de mí. El sonido del viento se confundía con el del agua, arrastrando en espiral láminas delgadas y muertas. Recuerdo a una niñita rubia de unos cuatro años, llamada Victoria. He visto pasar personas de todas las edades, pero he pasado más tiempo en soledad que ayer. Fui al Parque del Oeste, cerca de la plaza. Al rodearlo, me encontré con una pared que rezaba: "no puedes amar sin amarte". La portada del libro en mi mano llamó la atención de un motociclista, quien luego me miró a la cara con cierta incredulidad. 
Regresé a casa después de tres horas, y pensé nuevamente: me quiero. Qué dicha más emocionante compartir tiempo conmigo. Cuánto he huido de mí misma, cuánto he anhelado encontrar un hombre, cuánto he querido insanamente, cuánto he necesitado de mí sin saberlo. Siempre he sido una persona solitaria que se refugiaba en la literatura y la música, pero la sensación de vacío me pesaba enormemente. La última vez que lloré fue el lunes, cuando me emocioné. Desde entonces, he descubierto que dentro de mí habita una muchacha a la que quiero abrazar y sostener por siempre. El vacío se colmó de sentido y significado, la vida es más que nunca un escenario fascinante. El mundo que me rodea no deja de sorprenderme. No demonizo mi relación con P. ni he dejado de quererlo, pero ya no lo necesito. Existo sin él, sin sus palabras, sin su afecto, sin su deseo, sin su presencia. Existo, me basto conmigo misma. Quizá éste sea el primer paso para construir afectos sin depender emocionalmente de los otros.

miércoles, marzo 13, 2024

En mi sueño, caminaba bordeando el mar. Flotaban cajas plásticas con mensajes. El mío no tardó en aparecer, rezaba "Ojalá me escribieras". Una mujer de mi edad comentaba por teléfono que había deseado suicidarse, y de repente estaba revelándose ante ella un mensaje. Un breve episodio de desvelo. Al despertar, las voces me irritan sobremanera. Quisiera apagar todos los ruidos que impiden mi escucha interna, pero por el contrario, la música española me ensordece casi tanto como mis palabras y las de P. Anoche, jugué a las escondidas con un orgasmo fugitivo. Pensaba en ÉL, en su expresión de deseos. Imaginaba su rostro, sin poder alcanzarlo. 
Salí y caminé durante casi tres horas. Me escapé de un hombre mayor que me perseguía en una plaza de árboles con enormes raíces y hojas por doquier. Me sentí observada por personas casi tan inmersas en su soledad como yo. Crucé el Puente de las Américas, me perdí y me encontré luego de un profundo desencuentro. Sentí temor, extrañeza y dolor al observar mi desnudez. Deseaba llorar y rendirme ante las miradas.
En la plaza, leí "En esta noche, en este mundo" de A. Pizarnik. Oí las voces lejanas de unos niños, miré por unos pocos segundos a una pareja adolescente y me detuve vergonzosa en un muchacho. De pronto, un perro paseado por un hombre se detuvo en mi banco. No levanté la vista, apenas miré una silueta peluda. Tras largos minutos, el perro se detuvo nuevamente en mis piernas, el hombre dijo: no seas pesado, deja a la chica en paz. Lo miré a los ojos y sonreí tímidamente, luego se fue. Pasada una hora, haciéndose las siete de la tarde, el muchacho lejano desapareció como por arte de magia, en apenas unos segundos. Hoy no he podido conectar con ningún ser, pues en mi interior sé que es momento de afrontarme. El muchacho volvió a su banco, pero pronto se marchó. Parecía venir a mi encuentro, pero se desvió ante mi nerviosismo imperceptible. Quizá no necesite hablar con nadie más que conmigo, y aplazar esa conversación por la aparición de otros me hace sentir que seduzco a la nada. Me fui, antes de que el viento siguiera quemándome. 

BUSCAR
No es un verbo sino un vértigo. No indica acción. No quiere decir ir al encuentro de alguien sino yacer porque alguien no viene.
PIZARNIK

martes, marzo 12, 2024

Diez horas de sueño partidas por la mitad, je suis la belle au bois dormant. Salgo a la calle, camino, luego tomo un bus. Las voces insistentes me ponen nerviosa, ¿será ese el motivo de mi debilitamiento? ¿O tiemblo, acaso, por la falta de alimento? Pienso en mi soledad, escucho música, juego y pinto. P. describió nuestra relación como negativa, lo cual me genera culpa.

lunes, marzo 11, 2024

Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
OLIVER LABRA

Apenas cinco horas de sueño, un agujero negro en mi vientre. Sus nuevas palabras me vacían, su imagen se asemeja a la de un ángel perverso. Siento que ya no lo necesito, he vuelto de la muerte, he renacido. Me balanceo de un lado a otro mientras la lluvia cae sobre mi cuerpo desnudo. 
Bordeo la costa hasta terminar en el Parque de Huelin. Mi plan se vio truncado, cambié de locación antes de recibir la llamada de A., quien me felicitó y se contentó por mi avance de pensamiento. Parada sobre el escenario de la vida, iluminada por luces. Una paloma muerta a la orilla del lago. Una mujer solloza al lado de un hombre impávido. 

domingo, marzo 10, 2024

Morir por ti sería insuficiente,
el griego más vulgar podría hacerlo.
Vivir, amado, es más difícil—
Te ofrezco incluso esto—

Morir es poca cosa, algo pasado,
pero vivir lleva consigo
morir múltiples veces— sin el
Respiro de estar muerto.
DICKINSON

Me desvelo por segunda vez en la madrugada, envuelta en una nube negra. Solo deseo hablar con A., para callar tanto grito. En mi mente, "Feel" de Robbie Williams. En quince días estaré en Buenos Aires, pero ya estoy exhausta de imaginar el desenlace. He esperado un encuentro que, anticipadamente, creí que llenaría un vacío en mí. 
Llega el día a las siete y cuarto de la mañana, con ligeras nubes grises y una luz titilante a lo lejos. Contemplo la fugacidad de la vida, desahogándome al recordar las emociones de la noche anterior. La habitación se ilumina gradualmente, mi estómago ruge vacío y mi boca clama por humedad. Entre sueños, me veo envuelta en un encuentro erótico con otro hombre.
Salida al exterior, me encuentro irascible. Recuerdo un caso cercano de suicidio, un hombre de poco más de treinta años cuya vida se desvaneció en un instante. Mi cuerpo se vuelve pequeñito, como a la edad de nueve años, y mi cabecita se convierte en un campo de batalla lleno de incertidumbre y dolor. 
Truca a la vida. Truca al 024. Hi ha moltes raons per seguir. 024. Linia d'atenció a la conducta suïcida. 

sábado, marzo 09, 2024

Sufro al recordar las palabras de P. Caen gotas desde el cielo, lágrimas ruedan por mis mejillas hasta la palma de mi mano. Mi cuerpo se mueve nervioso en la cama. La imagen de P. con otra mujer vuelve a anularme por completo. Me ha descrito como "muy joven, inteligente, graciosa, hermosa", y sin embargo me siento insuficiente e insignificante para él. Nuevamente le fallo a mi psicoanalista al no recurrir a su voz debido a mi insomnio e inapetencia. Todo ha muerto, este es el fin. Mi pierna tiembla ansiosa al ritmo de la lluvia. Un vacío inmenso en mi interior, una certeza: todo es culpa de mi fantasía eterna. Deseo aniquilar al hombre que vive en mí, desterrar su recuerdo, olvidar que lo amo. 
A.: no estoy bien. No puedo dormir. Estoy llorando. Necesito ayuda. 
P., un ser falocentrista, limitado, carente de fantasías, poco interesante. Un hombre común que no tiene amor para dar. Un hombre puramente sexual. Descreimiento de su afecto. Un producto de mi perfeccionismo. 
Las horas pasan y el frío de la madrugada se cuela por mis hombros. Deseo fumar o beber alcohol, arruinarme de alguna manera. Recuerdo una palabra mencionada por A. el lunes pasado, "pareja". Negación, P. no puede cambiar. "¿Por qué?", me preguntó. Porque no, es imposible. Si no me alejo seguiré sufriendo. 
Sueños efímeros, en uno de ellos sostenía entre mis brazos a un bebé que dormía plácidamente. Páginas escritas de mi puño y letra, despidiéndome de un hombre irreal. Deseos de alimentarme, de descansar (no fenecer) y cuidarme. Desayuno mientras Sabina y Serrat cantan "Y sin embargo". Intento sonreír y evitar recordarlo.
El agua caliente quemando mi espalda me hizo sentir que no era aquella una manera de describir mi dolor. Mi respiración es pausada, mi cuerpo se entrega al agotamiento; experimento una comodidad que no sentía hace tiempo. Oigo la música atrapante de una película que culmina, inmersa en ese final invisible. Imagino un cine oscuro, vacío, solitario. Me imagino allí. 
Almuerzo recordando situaciones en las que me he aferrado a amoríos y cuyos desapegos me han hecho sentir triste y moribunda. Hace poco más de tres años me autolesioné por última vez, debido al alejamiento de N. Lo he hecho anteriormente por un amor que solo ocurrió en mi mente, pero todo comenzó hace doce años, por H. Esa experiencia, probablemente, haya marcado el inicio de mi dependencia emocional. 
Salida inesperada al exterior húmedo, aún no ha venido la noche. Mi rostro se enfría instantáneamente. "No soltamos el puñal porque amamos la herida" (E. Dickinson). Ceno con lentitud, mientras una escena funeraria me inunda de un profundo temor. Imagino cómo reaccionaría mi entorno a mi temprana partida. Nada que perder, nada que soñar. Recuerdo la historia de una mujer que, a la edad de treinta años, se arrojó a las vías del tren. Fue su madre quien, hace algunos años, me hizo llegar una profunda conmoción. 

viernes, marzo 08, 2024

Desvelo. Salida al exterior. Observo a un hombre mayor en silla de ruedas. Sus labios esbozan una ligera sonrisa, sus ojos se posan en el horizonte. Un hombre de barba blanca y dedos temblorosos. Un pensamiento se detiene en mi mente: no llegaré a la ancianidad, me suicidaré antes de cumplir treinta años.
Inanición y sequedad. Conversación con P., expresión insatisfecha e ilusiones muertas. Una hora y media fuera de casa para evitar pensar en ello. Vacío estomacal (ÉL diría: no es tu estómago, es tu alma). Odio mi cuerpo, jamás podría estar sexualmente con P. Tristeza profunda e intensa. Mi rostro se desdibuja en el silencio. 

jueves, marzo 07, 2024

Mi apetito ha regresado, mi hambre y mi libido. Durante el día de ayer, solo me salté una comida y tuve un breve insomnio a las cuatro de la mañana; luego, volví a dormir plácidamente. Hoy, nada me satisface. Aquel hombre receptor de mi deseo y afecto me da impulso para vivir, pero luego me arrojo al vacío originario. 
Atrapada entre cuatro paredes, yaciendo en la comodidad de la cama, no encuentro explicación alguna para mi angustia. "Algo me quema, me destroza", respondí a la pregunta de A. sobre cómo explicaría mi dolor. Algo me ensucia, me golpea, me sacude. Es tristeza, es insomnio, es falta de apetito. Mi mente comienza un monólogo sobre mis dificultades existenciales y no encuentro salida. 

miércoles, marzo 06, 2024

He pasado veinte horas absteniéndome totalmente de la comida, refugiándome en la tiniebla, abandonándome a la sensación de vacío. He tenido una conversación lujuriosa con P., deleitándome con sus palabras procaces e impúdicas. Mi corazón latía con fuerza, haciéndome sentir viva, y fue en ese momento que un recuerdo vino a mí. Hace diez años, en una clase de teatro, tuve que fingir mi muerte. Me encontraba en un espacio cerrado pero inmenso, rodeada de estudiantes de catorce y quince años, patidifusos al recibir la consigna. Todos nos desvanecíamos en el suelo, pero la sensación de vergüenza no me terminaba de conectar con el dolor que se suponía debiera experimentar en ese momento. No me vi afectada ni conmovida, fallecí impasible, cayendo delicadamente con mi mano derecha sobre mi pecho. Me apagué, como cada noche hundida en la comodidad de la cama.

martes, marzo 05, 2024

He tenido náuseas en el almuerzo y arcadas en la cena. En el medio conversé con P., quien expresó su afecto y preocupación hacia mí. Salí tres veces al exterior, una de ellas a la playa. Me encontraba con la mirada perdida en el horizonte, mientras A. preguntaba si deseaba suicidarme.
Sueño con el hombre que huye ante mis palabras de afecto, anulándome. Desvelos, al menos dos. Lágrimas ante la imagen de dos torsos desnudos acercándose. Sueño con J. L., como si ese fuera el inicio de mis dificultades sexuales. 

lunes, marzo 04, 2024

Soñé con ÉL tres veces durante la noche. En una primera escena, me enviaba mensajes ininteligibles. Al despertar, extrañamente, allí estaban. Cuestionaba si su comportamiento era responsable de mis malestares y se desentendía inicialmente. Decía que no quería hacerme daño, que eso era horrible (siempre supo utilizar las palabras adecuadas). El fin de nuestra conversación fugaz fue el siguiente:

— No sé qué hacer

— Nadie puede salvarme 

En mi mente, Paul McCartney comienza a entonar "The Long And Winding Road", mientras mis ojos llorosos se clavan en el ventanal y mi cuerpo queda paralizado. Al regresar a la cama, el silencio de la madrugada me permitía prestarle atención a los golpes de mi corazón contra la pared de mi pecho herido. Eran latidos imperecederos, inacabables y acelerados. Me sentía afligida al imaginar a mi corazón bombeando sangre, tanto que lo imaginaba fuera de mí, como si pudiera verlo contraerse en una superficie plana, como si no me perteneciera, como si me extrañara sentirme parte de esta vida (quedarme-apagarme-fenecer).

Al despertar por tercera y última vez, tuve la sensación de que estaba enloqueciendo. En mi ensueño, descubría que P. mantenía una relación con dos mujeres. Una de ellas era madre de un bebé de poco más de dos meses de vida, y yo me preguntaba si sería hijo de P. Le escribía "Perdón, mi amor" y él me enviaba una prueba de su tiesura. Perdón, mi amor, por amarte inmensamente. Perdón por anhelarte como si no existieran otros hombres. Perdón por dejar de corresponder a tu apetito y a tu tibio querer. Perdón por no poder tolerar tu habitual contacto con otras mujeres. Perdón por darte el poder de lastimarme.

domingo, marzo 03, 2024

Apenas después de una hora de sueño, me despierto con el pecho empapado en sudor frío. Escucho una conversación ajena sobre la felicidad mientras mis ojos lloran sin control. Recuerdo mi salida nocturna, mi mirada fija en alguien cuyo semblante se asemejaba al de l'homme parfait. Hasta hace dos semanas, era parte de mi mundo luminoso, pero ahora su indiferencia me causa un sufrimiento inexplicable.
Durante horas interminables, mi único sustento ha sido el pellejo de mi labio inferior, dejando una línea sensible de carne viva. Cuento los minutos para la próxima sesión de psicoanálisis, con la esperanza de poder enfrentar mi pena. Soy mi propia piedra en el zapato, mi pie derecho amputado, la principal causa de mi propio desconsuelo. "Help me if you can, I'm feeling down". Sueño con P., con un calambre en mi mano derecha. Lloro hasta que la luna se vuelve borrosa. En total, tres horas aisladas de descanso. 

"Soy tuya, Dios lo sabe por qué, ya que comprendo
Que habrás de abandonarme, fríamente, mañana"
STORNI

Gotas de sangre apenas visibles en la oscuridad. Continencia. Dificultades para introducir en mí cualquier contenido sexual, todo me provoca asco, especialmente las palabras. Me siento como un cuerpo nauseabundo y mortificado. El movimiento de las nubes se asemeja al temblor de mi pierna; si pudiera tocarlas, mis dedos se desharían del placer de no existir. 
"And anytime you feel the pain
Hey, Jude, refrain
Don't carry the world upon your shoulders"
Los Beatles, nuevamente alejándome de mis fantasías mortíferas y peligrosas. Mis ojos se humedecen al escuchar "Yesterday", pero me esfuerzo por contener las lágrimas. Cepillo mi pelo ondulado y me atrevo a mirar unos ojos tristes en el espejo durante dos milisegundos. Por primera vez, no me abstengo totalmente de la comida durante veinticuatro horas, y mis papilas gustativas sienten algo extraño, un amargo sabor. 
En exactamente tres semanas estaré viajando a Buenos Aires. Mi mente se aferra a pensamientos angustiosos como nunca antes. Sé que ÉL nunca podrá amarme de la misma manera en que yo lo amo. No corresponderá a mis sentimientos ni será capaz de sostener mi alma en sus manos. Mi corazón está destinado a vivir en el silencio de la soledad.
Un pajarito inerte descansa bajo la sombra de un árbol. Veo el nombre de P. escrito en una pared cercana. La palabra "suicidio" resuena en mi mente al menos tres veces. ¿Es el suicidio mi destino? Observo una hoja seca caída en el suelo y un poema escrito por un autor desconocido, dedicado a una mujer llamada Blanca. Una intensa pena me embarga, capaz de derrumbarme en un instante. El sonido de las voces a mi alrededor me irrita sobremanera. Experimento malestar estomacal durante la ingesta de alimento. Escucho a una mujer a lo lejos diciendo "quiere la vida, quiere vivir". Deseo ser brutalmente atropellada. He tenido una arcada al sentir una acumulación de saliva en la boca. La última vez que me pasó estaba con P. 

sábado, marzo 02, 2024

Tres de la mañana: tuve una pesadilla con cadáveres de hombres en un baúl de un auto conducido por mi padre. Detrás, vi a dos niños reclutados de la calle. Recuerdo vagamente una canción que incluía las palabras "bella" y "vida". Experimenté un sentimiento intenso de pena turbia, un dolor profundo similar a la muerte. Lloré. Noté dos lastimaduras pequeñitas en mi labio inferior, producto de mis pensamientos turbulentos. Me sentí nerviosa al terminar el proyecto C. Siento que estoy siendo alimentada por el aire. Intento aferrarme a un presente que no me cause dolor. 

viernes, marzo 01, 2024

Vueltas interminables en la cama. En mi mente, la imagen de un hombre y una mujer se entrelaza con palabras compuestas por garabatos. Restos de lágrimas en mi rostro. ¿Podría mi psicoanalista salvarme de mí misma?, me pregunto si debería acudir a ella antes de que sea demasiado tarde. Frío, calor e incomodidad. Horas efímeras de sueño, apenas tres; el hombre tiene el descaro de indagar sobre mi insomnio. Siento dolor al respirar, como agujeros en mi pecho y mi estómago. Me castigo, me desarmo, me siento amputada. Me retuerzo y sufro en silencio. Resisto la tentación de lastimarme. ¿Qué diría A.? El costado luminoso no me atrae tanto como la muerte. Un gusano pequeñito padeciendo de ceguera, o quizás soy yo misma, perdida en la oscuridad total.
Ingiero alimento después de veinticuatro horas. Salida al exterior. Mi mente repite dos palabras durante aproximadamente tres horas: quiero suicidarme.