domingo, marzo 24, 2024

Cocino el almuerzo. Al mirar por la ventana, observo a un hombre de barba y camisa leñadora en el jardín. Me detengo en un detalle: sus dientes. Cuestiono si su presencia es real o si, por el contrario, estoy volviéndome loca. Desaparece. Una sábana cuelga desde la habitación de mis padres. Al salir y mirar hacia su ventana, el hombre estaba cubierto por una toalla, mirándome también. Despierto por segunda vez a las cinco de la mañana, en medio de una discusión con P. en la que menciona sus desapariciones, y recuerdo las palabras de mi padre en la cena de ayer.
Me odio, me detengo en mi rostro y mi cuerpo infantil y me odio. Me alejo de P., ya que mis deseos no podrán ser satisfechos a causa de mi malestar. Mi fantasía se ve casi derrumbada, mi autoimagen negativa me lleva a pensar nuevamente en el suicidio. Siento una profunda angustia al no poder ver nada bueno en mí. Me pregunto por qué P. me besó aquella vez. Se habrá rendido ante mi insistencia. ¿Por qué miente al decir que quiere verme? ¿Por qué juega con mis sentimientos?
Paseo familiar en Torremolinos. Despedidas. La llovizna no tarda en llegar. Los gatos independientes y el mar embravecido logran calmar mi vista y mi mente. Me viene la sensación inminente de partida. Pronto me iré de este mundo (de este país). Me sorprende la aparición de S. mencionando la palabra "cita". El ruido de la lluvia despierta mi deseo de encontrarme con P.