miércoles, enero 22, 2025

Es miércoles, veintidós de enero. Han pasado exactamente tres meses desde la última vez que vi a P. Ya perdí la cuenta de las veces que lloré en este día tan triste, preguntándome por qué decidió lastimarme de la manera en que lo hizo. Me detengo en sus palabras crueles, y mi corazón se rompe en mil pedazos. ¿Por qué me miraba así? ¿Por qué me besaba tan delicadamente? ¿Y por qué me abandonó? ¿Por qué es tan malo, tan despiadado en sus actos?
Ah, soñaré que me abraza pidiéndome perdón, diciendo que me quiere, y que está profundamente arrepentido de haberme dañado. Ah, soñaré que reconoce su desprecio hacia mí, admitiendo que no era yo la culpable, sino que se equivocó y que ahora (¿cuándo?) no sabe cómo enmendarlo. Ah, yo estaré tan confundida, tan emocionada.
Creeré que será capaz de hacer algo magnífico, de dejar atrás viejos patrones de comportamiento... ¿pero cómo lo hará solo?
Ah, espero hace años, hace siglos. Espero que, por primera vez en su vida, sea considerado y respetuoso con mis sentimientos. Espero que sea inteligente y se comporte como un hombre que puede quererme bien. Espero que se dé cuenta de cuánto pierde al perderme. Espero que sepa hacerse cargo de sus errores, demostrándome que es un hombre afectivo, compasivo. Espero que se comporte como lo que es: un hombre grande.