jueves, enero 23, 2025

Otra mañana soleada. Es lunes por cuarta vez en la semana. Mi cara denota insomnio; mis ojos están claros y tristes, mi rostro pálido, mi boca en línea recta. Me peino con las manos y termino con un puñado de pelos entre los dedos. He pasado dos horas pensando en el pasado, dos horas que al final del día parecerán pocas. 
Como no podía ser de otra manera, quien apareció en mi mente apenas despertar fue P. Mi ruego sigue siendo el mismo, una única palabra desesperada: "Perdón". La esperanza de que volverá me hace sentir estúpida, como si esperara que una figura de cristal pronunciara una palabra. 
Una lágrima fría baja por el escote de mi vestido, recorriendo el torso de mi cuerpo en nado vertical. Cuanto más pasan los días, más siento que estoy soñando. Me estoy soñando sola, entre las paredes de mi habitación, con la mirada perdida en recuerdos que me producen nostalgia.
Otras personas cruzan mis pensamientos: N., M., T., B., M., L., J., A. Pero, sobre todo, analizo mi relación con N, probablemente el hombre que más quise. En mi memoria quedan palabras amorosas (mutuas) y tiempo: una colección de momentos finos y felices. 
Hasta ahora, siento que solo con N. el amor cobró un sentido especial y recíproco, y que solo de su mano viví experiencias únicas. A pesar de no haber tenido vínculo alguno antes de mí, N. había aprendido a amarme con mis luces y sombras. Apenas discutimos dos veces en años, y la tercera fue la vencida. Por lo demás, todo era perfecto. 
N. era bueno. Tenía una mirada inocente y una voz suave. Con N. podía reír, jugar, ver películas, salir. N. era, más que mi pareja, mi amigo. Nunca tuve un amigo como N., alguien que me quisiera por lo que soy. Ni la amistad ni el amor volvieron a tener algún sentido para mí después de separarme de N. Me pregunto por qué he sido incapaz de vincularme socialmente.
Me pregunto qué hay de malo en mí, o si estoy equivocándome en algo. Me pregunto por qué P. no quiso acercarse a mí, hacer el intento de conocerme, compartir un momento especial de risa y ternura conmigo. ¿Por qué me hizo pasar más tiempo sufriendo: ignorándome, rechazándome, abandonándome más de una vez?
¿Por qué fue incapaz de quererme tal cual soy? ¿Por qué se animaba a acercarse a mí momentáneamente, para luego retirarse? ¿Por qué me negó la alegría? ¿Por qué tengo más recuerdos infelices?
¿Por qué perdimos tantas oportunidades, tantas horas que podrían haber sido las más felices, las más amorosas? ¿Por qué estoy llorando y no tengo un par de manos que me acaricien, un par de labios que me besen, un conjunto de palabras cariñosas abrazando mi mirada?
¿Y por qué esto siempre fue así? ¿Y por qué tantas palabras crueles, tanto alejamiento? ¿Por qué tanto desprecio? ¿Por qué me trató así? ¿Por qué me hizo eso? ¿Por qué, si no me lo merecía?