domingo, septiembre 22, 2024

Acostado, con los ojos cerrados, y los brazos descansando a los costados del torso. Una mujer se posa sobre mí y besa mi cuello.
La espero, se demora como siempre, pero al llegar me abraza más fuerte que nunca.
Acaricia mi barba, observa mi rostro desde mi hombro. Me mastica tiernamente con sus ojos.
Me escucha, casi no me pisa las palabras. A veces es un poco más ruidosa.
Se sonríe con mis chistes y ocurrencias.
Me desea, apasionadamente.
Sus dedos tocan mi pelo como si se tratara de cristal.
Está escrito en su mirada que me quiere locamente.
Se acerca a mí, con afecto y delicadeza.
Pasan las horas, y nosotros enredados en nuestras risas.
El silencio es increíblemente cómodo y respetuoso.
Juega con mis dedos y muerde mi labio.
Amenaza de muerte a mis miedos.
Sus mimos eróticos me causan placer.
Me desarma torpemente, como si, por momentos, no supiera quererme.
Me atropella con sus palabras desesperadas.
La pobre no sabe qué hacer.
Usualmente, piensa que no siento nada por ella.
Suele sacarme de mis casillas.
Entorpece mi tiempo.
Anhela que vuelva a ser suyo.
Le encantaría besarme ahora.
Es tan distinta a mí.
Le cuesta tomar distancia.
Es demasiado joven aún.