jueves, septiembre 12, 2024

Apenas llegué de trabajar, quise contactarme con P. En su lugar, tomé una ducha meditativa. Salí a tomar aire al menos dos veces. Estudié e hice yoga. Me esforcé demasiado tiempo conteniéndome. Por momentos, fue duro. Caía en la cuenta de que se trataba de mi dependencia emocional, y buscaba evadirme de mí misma. Las horas se hacían eternas cuando en mi mente revoloteaban todas sus palabras, y nosotros, juntos. Sentía que necesitaba su abrazo. La noche está por llegar a su fin, y me alegra mucho haber experimentado mi soledad, sin huir hacia él. Me resulta agradable tenerme como compañía; acepto mis pensamientos obsesivos, catastrofistas, ansiosos. Debería felicitarme, lo logré. Debería agradecerme por haberme puesto en esta situación (a solas), y por poder "enfrentarme". Me estaba dejando llevar por placeres inmediatos, haciendo a un lado sentimientos más profundos. Me juzgué demasiado por mi accionar, pero creo que inconscientemente anhelaba sentirme tan conectada conmigo. No quisiera recurrir a alguien para alejarme de mí. Es necesario aprender a quererme, y a querer de la manera más sana posible. En algún momento tenía que descansar de este subibaja eterno con P. Descansar, de ningún modo significa enterrar lo nuestro. Siento que hay algo más esperándonos: nuestras figuras fundiéndose en un abrazo. No éstas, sino aquellas figuras. No éstos, sino los que éramos. Los que seremos después de estos dos que somos. Nuestras bocas, que serán las mismas pero sabrán más dulces, querrán unirse por puro placer. Nuestros cuerpos encontrarán el camino para reencontrarse. No tengo ningún dato concreto acerca de cuándo sucederá, pero sucederá. Mientras tanto, haré del silencio mi hogar. Me entregaré, afectuosamente, a esta que soy hoy. Quizá, otro día, me acaricien. Quizá me besen. Quizá me miren con ternura. Hoy, solo puedo sostenerme yo.