sábado, agosto 31, 2024

Anoche caí rendida en la cama, un sueño profundo se apoderó de mí. Desperté antes de las cinco de la mañana, parafraseando a Nietzsche. Luego, alguien me practicó sexo oral en un auto. Fue extraño, como si pudiera sentir aquella sensibilidad. Las palabras de P. vienen a mi mente para hacerme llorar. Siento que estoy teniendo una pesadilla, pero no es más que la realidad cruel. ¿Por qué me hiere si lo amo tiernamente? El puñal en mi pecho volvió en forma de una canción de desamor. Por momentos quedo suspendida, sin poder procesar lo que me pasa. Mi rostro se desdibuja tristemente, alojando en mi cuello un mar salado. Creo que moriré de pena si no para de llover. Los minutos me acuchillan, instalándome en un punto negro y hueco. Espero, esperanzada pero sin paciencia. La ansiedad mastica mis dedos y los escupe ensangrentados, me tira del pelo, y golpea mi cabeza contra la pared de los recuerdos felices. La ansiedad dibuja a un hombre, borra algunos trazos y remarca sus ojos.

viernes, agosto 30, 2024

Llueve en mis ojos. P. no quiere estar más conmigo. Hubiera sido tan feliz de saber que estábamos juntos. Cree que "dar amor" es aceptar que el amado se aleje, sin luchar por este. Quizá soy demasiado joven para entenderlo. Nuestras formas de querer nunca se correspondieron, obviamente.

jueves, agosto 29, 2024

Lloré nada más atravesar la puerta de casa. Hoy tuve un día muy difícil. Creí que todo sería diferente, ya que J. tomó mi mano por primera vez. De nuevo, sentí que no podía más. Puse mi cuerpo, y aún así no fue suficiente. Habré tenido media hora de paz, jugando junto a él. Después, todo fue de mal en peor. Ayer, A. me dijo que no soy perfecta, y que seguramente tenga días malos. No sé por qué mi mente insiste en castigarme.
Me costó mucho dormir, y desperté a las cinco de la mañana. Pienso angustiosamente en ÉL. R. habla demasiado, parece contento. Esto despierta mi ira. Solo quiero acurrucarme en la cama y llorar, pero tengo que seguir trabajando. En la calle, escuché a una mujer hablando por teléfono. Estaba parada frente a una vidriera de ropa infantil, y decía: "Todos estamos cansados, yo también estoy cansada". Creo que era yo, hablándole a un hombre que no me quiere.
Siento que todo está girando en una espiral: palabras hirientes, silencios, besos, abrazos, miradas tiernas, caricias suaves, expresiones deseosas y afectivas, alejamiento, fin, ira triste, resignación, cuerpos desprendiéndose, una voz llorosa, un miembro erecto, un manantial de flujo, un hombre, una mujer, horas efímeras y otras eternas, espera ansiosa, rechazo de la realidad doliente, paredes que asfixian, falta de deseo y cariño, frío oscuro que quema.

miércoles, agosto 28, 2024

Luego de dos largas semanas, hablé con A. No mencioné las palabras de P., ni las de R. Por el contrario, aparecieron J. y D. Enseguida, A. notó en mí una enorme felicidad. Dijo "deseo", y yo asentí. Todo terminó muy bien.
Otro desencuentro más. Mi monte púbico descubierto de protección. Tiempo deseoso perdido. Ultimátum triste. Insignificancia e invisibilidad. No puedo luchar más, aunque el tiempo apremie. Debo ser una tumba. Si no callo, cometeré los mismos errores.
En fin, poco tiempo angustioso a comparación del día silencioso. Tengo que descansar, y evitar que reaparezcan los pensamientos catastrofistas de siempre. Me prohíbo llorar de nuevo. No puedo controlar ninguna situación más. No debería lastimarme.

domingo, agosto 25, 2024

Me avergüenza confesar que anoche, mientras me masturbaba, llamaba a P. Le pedía por favor que hiciera algo, y al toparme con su nada, mi orgasmo se retrasaba. Deseaba solamente que besara mi desnudez, y que pusiera su sexo en mi boca. P. estaba mudo, y yo me introducía en una orgía de solitud y oscuridad. Podía ver su rostro entre las sombras, pero aquel no era acariciado por mí; ni su torso ni su entrepierna. Todo fue muy extraño y displacentero. A raíz de esto desperté de madrugada, y ya no pude volver a dormir. En su lugar, me entretuve trabajando. Supongo que es lo que hace P., ¿no? Entretenerse para no excitarse.

sábado, agosto 24, 2024

Festejamos el cumpleaños de R. con S. y sus hijos, A. y su marido; además vino D., un hombre que no veía desde hace más de diez años. Me sentí bien, aunque no pude desconectarme del trabajo. Me alegra tener otros pensamientos aparte de P., y que estos sean más positivos que catastrofistas. El lunes a primera hora le escribiré a A., espero que podamos coordinar una sesión esta semana porque tengo muchas cosas que contarle. Pienso demasiado, y a veces me doy cuenta de que intento llenar con angustia el vacío. Estoy tratando de no perturbar mi paz.

jueves, agosto 22, 2024

Desperté antes de las seis de la mañana, refugiándome en el trabajo. Pienso que si P. dejó de quererme y desearme, no puedo forzar una reciprocidad entre nosotros. Es una lástima que no pueda verme, en todo sentido.
Estoy enfocándome en mejorar mi autoestima y en mantener un diálogo interno más positivo. Me siento mejor conmigo misma, más contenta. Por otro lado, R. dice que me enojo e interpreto mal todo. A veces soy pesimista, pero fue él quien se enojó.
Hoy, J. nombraba números y objetos, y yo se los repetía. Estuvimos una hora en el patio; hacía mucho frío y chispeaba. La gente que pasaba nos hacía comentarios sobre el clima, pero J. parecía no sentir el viento. El hombre de ayer me saludó, sonriente y a lo lejos. Me da vergüenza descubrirlo mirándome, pero me cae bien.
Conocí a D., un púber amoroso. Ambos estábamos muy tímidos al principio, pero enseguida entramos en confianza. Jugamos juntos, y yo tenía una sonrisa impresa en la cara. También conocí a su madre. Hoy fue un día emocionante. Espero tener noticias de D. pronto.
Siento que me transformo cuando estoy con J. y con D. Ah, me olvidaba... Será la primera vez que no acompaño a un niño con autismo, ya que D. presenta un trastorno específico del lenguaje y dislexia. Necesita que lo ayude a leer y escribir. Sí, justo yo. Será un placer; lo haré con mucho gusto.

miércoles, agosto 21, 2024

Tuve dos orgasmos antes de ir a dormir. Soñé que estaba desnuda, afuera hacía mucho frío y adentro mucho calor. Cometí dos equivocaciones: hablarle a P. sobre mi ciclo menstrual y proponerle vernos. No quise ponerlo incómodo con mis impulsos, pero es que no puedo callarme. Quizá debería esconder mis deseos, entendiendo que no es tiempo de besarnos tiernamente. Ahora, reina el silencio temeroso. Qué difícil es entregarme al placer sensual cuando él no puede disfrutar conmigo. Puedo reprimirme al punto de besarlo únicamente, sin pronunciarme erótica; pero es que no quiere nada. No entiendo cómo no anhela acariciar mi cuerpo suave, sentirme húmeda con sus dedos, explorar mi boca con su lengua. Y ni siquiera hablo de penetración, ni de sexo oral mutuo; me conformo con recordarnos hace tres meses. Como siempre, me entrego a él; pero no me toma enloquecido, febril. ¿Cómo puede asumirse asexuado siendo un hombre tan hermoso? Quisiera enmarcar su rostro, y su cuerpo desnudo. Miento, en realidad lo extraño.
Hoy fue un día muy feliz, me tomé en serio el hecho de relajarme. A diferencia de ayer, sentí que los demás nos miraban a J. y a mí con ternura; en especial un hombre que vino a saludarme. También conocí a otro muchacho joven, profesor de música. Me llevará un tiempo adaptarme a las personas, y a mi nuevo entorno laboral. En la mañana nublada de hoy, J. y yo nos tomamos una hora para estar afuera. A pesar del frío, observamos curiosamente nuestro alrededor. Me aceptó una galletita, y se sentó a mi lado. No quería jugar; simplemente, caminaba sobre unas gradas o se recostaba a descansar. Yo lo miraba amorosamente, o con temor de que se resbale; sin exigirle nada que no quisiera hacer. Siento que con el tiempo, nos acompañaremos mutuamente y estaremos bien juntos.

martes, agosto 20, 2024

Tengo un fuerte dolor de cabeza. Lloré después de haber ido a trabajar. J. me gritó, deambuló, y no aceptó ninguna de mis órdenes. Fueron dos horas muy intensas, y me sentí una pésima profesional. Todos me miraban y me presionaban para que fuera más firme. Tengo miedo de no estar a la altura, de ser una fracasada. Y todo es culpa de mi carácter, de mi voz suave. Sinceramente, no creo poder imponerme. Soy muy exigente conmigo misma, por eso exploté. Hicimos una actividad juntos, le ofrecí galletitas de chocolate rellenas y lo entretuve un rato con unas cartas de animales. Además, puse límites dos veces. Creo que por hoy fue suficiente, e hice lo mejor que pude. Quizá es cuestión de tenerme paciencia. 
Desperté muy temprano, ansiosa. Después de una semana, tuve que recurrir a R., quien todavía me ataca. Me puse cómoda para escribir; lo necesitaba. La semana que viene le pediré una sesión a A., en este momento está de vacaciones. Mientras tanto, buscaré en mí un ápice de calma. 
Me pregunto, a toda hora, cómo se sentirá P. Hace tres días que no sé nada de él. Me persigue la idea de que si yo no le escribo, él no aparecerá. Siempre nos arreglamos gracias a mí, y temo que no me busque más, pero también opino que es su problema. Tal como me decía ayer A., es una pena que no pueda disfrutar por sus dificultades, pero es un hombre grande, y no puedo responsabilizarme por él. No puedo seguir creyéndome poca cosa, porque siempre lo escuché, le brindé mis palabras y un abrazo cuando lo necesitó, lo traté con todo mi cariño y busqué su bienestar. Prioricé hablar sobre nuestros problemas, pedí disculpas, expresé mi afecto, propuse soluciones, intenté cambiar progresivamente y entenderlo, por muy difícil que me resultara a veces. Creo que si no puede reconocerlo y valorarlo, allá él. Si sus miedos le impiden ver quién fui siempre, lo lamento mucho. De hecho, ahora no puedo ocuparme de este tema, me necesito.

lunes, agosto 19, 2024

A. entiende que lo que descubrí pudo haberme decepcionado y golpeado mi autoestima. Proyecté mi ira. Me recomendó una letra de canción para atravesar este momento: "Si volvés, yo estaré con los brazos abiertos". Me ha escuchado tantas veces hablar de lo mismo que agradezco, aún hoy, su presencia. Es un muchacho tan abierto y consolador. Acudir a él me sirvió para tranquilizarme y tomar la situación con un poco de humor.
Recibí un sorpresivo mensaje de S., preguntándome cómo estaba anímicamente y qué proyectos tenía. También me contó los suyos. Fue algo extraño, no entiendo si surgió a raíz de lo sucedido con R. la semana pasada. Dicho sea de paso, continúo en aislamiento desde entonces. Hablé con mis padres y tuve noticias de M. Es por esto último que comencé a preguntarme cómo escaparé de mi malestar para funcionar físicamente mañana.
Pude tomar un baño sin angustiarme al encontrarme desnuda. Estoy menos ansiosa que al despertar; de hecho, me siento un poco cansada. No sé por qué despierto a las cuatro de la mañana, pero por suerte, supongo que estos días lograré descansar normalmente. La habitación huele a palo santo, y prendí una vela para sosegarme aún más. Me enfocaré en el trabajo; quizá eso me ayude a desapegarme.
Ayer, H. me habló acerca de la posibilidad de viajar en algunos meses, pero yo evité el tema. ¿Seguiré esperando lo imposible? Tengo al menos cinco oportunidades más de encontrarme con ÉL. Nos está haciendo perder un tiempo que es tan valioso. Temo que las cosas no mejoren, y ya ni siquiera hablo de encuentros eróticos, sino de dejar el tema atrás y seguir adelante amistosamente. Mi invitación a un cruce cordial de palabras está hecha; ya no puedo hacer más. Supongo que él también piensa en todo lo que pasó, y lo entiendo si no se siente preparado para conversar respetuosamente, como dos personas que se encuentran hace cinco meses.
Después de mi última incursión escrita, me propuse no angustiarme más y lo logré. Busco desenredar mis pensamientos catastrofistas para que se alineen a la realidad, ya que no hay nada que sea tan grave. Quizá me dejé llevar por una ansiedad momentánea, apegada al "nunca más". Solo quiero estar bien y tranquila, independientemente de los problemas ajenos, llámense de P., de R. o de quien sea. A veces me envuelvo en una nube negra que ni siquiera está sobre mi cabeza, pues no me resulta muy difícil girar obsesivamente.
Viéndolo todo desde cierta distancia, dejo en manos de P. el tiempo que necesite hasta poder y/o querer conversar conmigo. Ya tuve mi último gesto de amabilidad, y no tengo otra opción que soltar el control de la situación. Aquí estaré, dispuesta a un llamado o a un encuentro. Y si nada sucede, está bien. Lo único que importa es que ambos nos sintamos mejor y trabajemos en nosotros mismos. No por esto dejaré de quererlo ni de recordarlo sonriente y afectuoso. Debo entender que tiene una dificultad personal, no vincular. En algún momento se dará cuenta de mis verdaderas intenciones y decidirá si vale la pena repetir la historia de siempre o, por el contrario, prefiere valorar y quedarse con los buenos momentos. En fin, no dedicaré más tiempo a preocuparme, porque no solucionaré nada. Que pase lo que tenga que pasar.

domingo, agosto 18, 2024

Oí un mensaje que provenía de una película lejana: debo encontrarme y quererme a mí misma, en lugar de ir tras alguien que no me quiere. Esto me llevo a pensar durante una hora y llegué a una conclusión: aprovecharé esta oportunidad de cambio para sanar. Trabajaré en mi autoestima y en lo que merezco. Tomaré como punto de partida aquellas situaciones en las que me sentí rechazada y abandonada. Acepté entregarme sin esperar nada a cambio. Soporté días enteros sin respuesta, sin deseo y/o afecto. Nunca importó lo que yo quería o sentía. Me conformé con poco y nada. Me hubiera gustado recibir algo más que migajas: tal vez un mensaje inesperado, horas extra de besos, sentirme importante para alguien. Me hubiera gustado que alguna vez se me reconociera, que alguna vez me buscaran. Me falté el respeto a mí misma muchas veces porque creía que no valía nada. Esperé a un hombre durante dos años que no hizo más que reiterarme que no sentía nada por mí. Y ahí estaba yo, con mis palabras amorosas, mi escucha y comprensión, mi deseo afectuoso, mis brazos abiertos. Estoy confundida porque, aunque en menor medida, algo se me dio: tiempo, caricias, miradas, algún "te quiero". Pero jamás acudió a mí en situaciones complejas; simplemente, enloquecía y se retiraba de mi afecto. Entonces lo buscaba, ya no para amarlo o para ir al cine. Lo buscaba porque sentía que se alejaría de mí: por mi rostro, por mi cuerpo, por mi ansiedad y mis errores. Porque era obvio que no veía nada en mi persona, porque soy horrible. ¿Cómo podría querer besar mis labios, acariciar mi pelo, ver mi cuerpo desnudo, si simplemente le daba asco? Me avergüenzo tanto que lloro, y me da asco quitarme una lágrima del brazo. La sola idea de verme me da asco. Me ofrecí en cuerpo y alma, y me culpé por no sentirme correspondida casi nunca. Tantas veces me encontré desagradable e indeseable. Hoy me siento tan triste, tan mal conmigo misma. Y lo peor es que reconozco todo el amor que hay en mí, toda mi ternura y suavidad. Pero estoy pasando por días tan duros, soportando una rigidez emocional externa que no termino de entender, y me siento tan sensible e inestable. Solo puedo recurrir a mí misma para sostenerme y decirme que todo estará bien, a pesar del diálogo interno que no cesa. Me hidraté, me entregué al viento y al olor del palo santo. Lucho por sentirme mejor, y espero lograrlo en horas o días.
Quería que te quedaras, y que la noche fuera blanca. Pero tu silencio es un puñal, y amanezco ensangrentada. No puedo ser querida. Nos habríamos dejado antes, nada hubiera pasado de no ser por mi insistencia. Cada conversación, cada encuentro, fueron obra mía. Si no vuelvo a tus ojos, acabarás por olvidarme. Seré una mancha negra en el asfalto, y entonces moriré de pena. Te enviaré mis lágrimas en un sobre húmedo, en este día lluvioso. Te diré que te amo, y me rechazarás. Las horas nuestras serán devoradas por un tiburón de pecera. ¿Cómo me arrancaré tu nombre del pecho? Me iré sin volver a verte. Me sobraría una palabra tuya, delicada, paciente, entregada con sinceridad. Me sobraría sentir que no me odiás. Pero no vas a volver, ya lo dijiste. Nada mío quedó en tu corazón. Soñaré que te retengo conmigo, y que la noche es blanca. Guardaré tu imagen en mi memoria, allí podremos ser felices de nuevo. Allí sonreiré, te tomaré de las manos y te mantendré vivo. Y entonces, un día, no sentiré más dolor. Lloraré diez veces en lugar de quince, y poco a poco volverás a ser un hombre hermoso, aunque distante. Tu recuerdo me producirá alegría, quizá dentro de cinco años. Leeré sobre lo nuestro y no sabré distinguir la realidad de la fantasía. No sabré si fuiste un sueño o si te amé demasiado. No sabré si aquellas horas en tu pecho existieron, o serán reemplazadas por estas horas insomnes. Tu último beso me recorre como una gota salada que corta mi cara. Ojalá estuvieras acá. Ojalá durmiera, y devorara exquisiteces. Ojalá despertara de esta pesadilla y corriera a tus brazos. Ojalá no muera de tanto extrañarte.
Un número de teléfono borrado definitivamente. Un test de embarazo sin uso, en el tacho de basura. Insomnio de madrugada, mensajes ignorados. Mi autoestima por el piso. Lo desmerezco. Besos que no daré, mirada que no enfrentaré. Un rostro en mis sueños. Mis ojos tristes. Un hombre retirándose de mi afecto. Un hombre herido que no pudo quererme. Se me abandona, simplemente, como si no tuviera ninguna importancia. Esto me destroza el corazón. Soy invisible, un bicho malo al que hay que matar de dolor. La película tuvo el final más trágico: el protagonista enmudeció, enceguecido. En realidad, es solo una caja hueca, sin sentimiento alguno. Nada por aquí, nada por allá. La protagonista es un pequeño punto, y la cámara la desenfoca, alejándose hacia arriba.

sábado, agosto 17, 2024

Extraños sueños, sexuales y violentos. Me siento muy triste, pues P. decidió terminar conmigo. Parecía que nos queríamos tanto que no lo puedo creer. Me duele profundamente.

viernes, agosto 16, 2024

Ayer dormí ocho horas, hoy solamente cuatro. Me muero por contarle a A. todo lo que pasó estos días. Continúo evitando a R. para conservar mi tranquilidad. Al escribirle a P., mi vagina se humectó. Lo deseo con todas mis fuerzas y él lo sabe. Supongo que la semana próxima tendré noticias de M. y podré romper el aislamiento. Actualmente, mi preocupación se centra en si volveré o no a ver a P. Quiero acostarme con él, ¿por qué no admite que desea lo mismo? No creo en su juego de palabras. Supongo que teme dejarme encinta y, de ser así, intenta reprimir su apetito para evitar el acto sexual. Intentará engañarme con su habla, pero de ninguna manera podría hacerlo con su cuerpo. Todo él desprende una energía desbordante. Conmigo es incapaz de controlar su excitación, tal vez esto se asocie a su miedo. Suposiciones ya que solo escucho excusas injustificables. Aunque tampoco le creería, preferiría que me dijera que no anhela mi desnudez.

miércoles, agosto 14, 2024

Hoy fue un día largo, especialmente porque no dormí en toda la noche. Mezcla de ansiedad, nerviosismo y angustia. Finalmente, amaneció. Tomé un baño caliente pero no tan reparador. La violencia de R. le hizo frente a mi pasividad, sin moverme un pelo. Estuvo irascible todo el día, merezco un premio por soportarlo. Conocí a J., un niñito revoltoso pero introvertido. Ese sí que fue un momento muy feliz. Lo miraba jugar, mientras escuchaba la voz dulce de su madre. Conocí en persona a M., tiene mirada y sonrisa de mujer feliz. Yo, sin embargo, estaba muy cansada. Almorcé y traté de descansar los ojos, en la cama. Volví al instituto y me encontré con C., quien vino a saludarme contenta. Un muchacho hizo un comentario sobre mi juventud, sonreí con la mirada perdida. Luego de un año de terapia, pude caminar sola tres cuadras y media, hasta llegar a casa. Necesitaba llorar y así lo hice. Conversé con P., fue extraño, pero esta vez me escribió más de lo común. De hecho, una de las palabras que utilizó fue "sexo". Supongo que se desahogó. Lamentablemente, no me envolvieron sus palabras en una orgía. Ojalá hubiera hablado de deseo, de acto sexual, de besos y penetración. Quiero envolverme en ÉL, me fascina entero. En fin, hice yoga y no mucho más. Ah, sí, lo de siempre, pensar mucho y todo el tiempo. Cómo quisiera contarle todo esto a A. Por ahora, debo dormir, es lo único que mi cuerpo pide a gritos en este momento. Hoy no me estimulé, ni llegué a tener un orgasmo, a diferencia de cada día de estas últimas dos semanas desde que vi a P. Luego de tantas horas confusas y fugaces, mi mente necesita cesar toda actividad. Dejaré el caos a un lado. Pensaré en la ternura de J., su madre y M.; también en el reencuentro con P. Guardaré espacio en mi memoria para momentos bellos y significativos, pasados o que vendrán. Intentaré priorizar el estar alegre, y dejaré a mis miedos jugando en la plaza. El presente será hermoso, y querré coleccionar figuritas brillantes para llenarlo de ellas. La vida volverá a oler a tierra mojada en cuestión de horas. Tendré tanta paciencia que me costará reconocerme tan pacífica. Mañana será otro día, mi rostro estará claro como el agua, imperturbable. Tendré la mirada y la sonrisa de M. Todo estará bien.

martes, agosto 13, 2024

Martes 13: sangre que emana de mi boca, mejillas enrojecidas y un par de ojos cansados. Día eterno, consumido por el nerviosismo. La molestia en mi oído derecho ha vuelto y el dolor de cabeza se ha ido. Me siento enferma, como si pudiera gemir de dolor. Necesito descansar.
Hoy desperté motivada, a pesar de que en mi sueño mencionaba dos canciones melancólicas. No sé cuándo me encontré llorando en el jardín y también sentada en la cama. Todo fue muy confuso, tristemente. Bastó un golpecito para arruinar mi día y mi mente. O mi mente arruinó mi día.
Los mismos pensamientos catastrofistas de siempre. Las mismas palabras ya escuchadas hasta el hartazgo. El barro oculta el verde brillante del césped, tiñéndolo de amargura. Besos que hacen sangrar mis labios, caricias que me rasguñan y ojos que me odian. Un cuerpo cadavérico junto a mí, frío e impasible. La nada que es la muerte y la ausencia de todo deseo. El todo que es oscuro, violento, inentendible. Estoy perdida otra vez, es tarde y ya no quiero sentir.
Otra vez. P. habla de culpa, incomodidad y desinterés. Al parecer, el presentimiento reflejado en mi inconsciente de que no quería verme más se volvió real. ¿Es el mismo hombre que hace dos semanas me abrazaba en medio de la calle? ¿O acaso aquel era otro, y no este? Un total desentendimiento de la realidad cambiante. El sol abraza mis brazos desnudos mientras observo a mis gatas recorrer el patio. Perdí el apetito. 

domingo, agosto 11, 2024

Desperté antes de las cuatro de la mañana. Un hombre desconocido me decía que tenía mis miedos bajo control. Luego, una situación confusa con S., y J. despidiéndose de mí. Corrí la noche oscura de mis sueños, una vez más.
A las siete de la mañana, mis ojos reflejaban irascibilidad. Volví a la cama, y esta vez, era P. quien se despedía de mí. Fue un sueño triste; me decía que no quería verme más. Lo recuerdo y lloro. Decía que se mudaría con su hijo y que se dedicaría a leer. Yo lo cuestionaba extrañamente, escribiéndole un párrafo en catalán, pero finalmente lo borraba antes de enviarlo. Al menos en mis sueños, conservo la dignidad.
Solo deseaba tres cosas: que R. guardara silencio, que P. jugara conmigo al juego de la seducción, y tener un almuerzo familiar junto a S., A., A., y A. Nada de esto sucedió. Fue un día para el olvido, en el que, nuevamente, ganó mi cansancio. 
Otra buena teoría de A.: lleno los huecos ausentes con una energía angustiosa que no quiere soltarme. No puedo estar bien, simplemente. No puedo disfrutar del hombre que tanto deseé; lo amo un día y lo odio cuando no está conmigo. Nada más esperaba un encuentro pasional con ÉL, creí durante meses que nos quedaba pendiente. Tuvimos algunos momentos más, inesperados. ¿Por qué quiero arruinarlo? ¿Acaso no merezco toda su ternura? ¿Por qué nunca triunfan nuestras caricias? Porque en el fondo, somos iguales. Él también me quiere un día, y al siguiente, se harta de mí. Es imposible entretenerlo, endulzarlo, erotizarlo. Cuando no estamos juntos, abundan los problemas, los malentendidos, las equivocaciones. Nos desgastamos mutuamente. Culparé a nuestras personalidades, o quizá a la diferencia de edad. En fin, el deseo termina por unirnos siempre.

viernes, agosto 09, 2024

Anoche tuve un sueño muy extraño. Estaba cerca de J. y un docente de secundaria me insistía en que comiera en público. Claramente, lo sucedido ayer me afectó. Por un lado, la sensibilidad diurna debido al cumpleaños de S. Con A. visitamos nuevamente nuestra institución, y allí vimos a D. y a M. Hablé con P. acerca de su hijo y, por primera vez, utilizó palabras muy duras para definirse a sí mismo como niño. Además, mencionó que tiene un cuerpo espantoso. Íbamos a vernos, pero "no llegó". Se limita a no pronunciar palabras eróticas. He estado dando algunos pasos que, primero quise compartir con P. y luego con mi madre. Hoy será mi última sesión psicoanalítica, y se mezclará el miedo con el deseo. Respecto a mi encuentro con P., A. hizo énfasis en que nos disfrutemos.

martes, agosto 06, 2024

A. duda que sea yo el problema. Dice que tengo ganas de escuchar, comprender y acompañar. P. es un hombre emocionalmente inestable, y A. deduce que no puedo responsabilizarme por esto. Supone que, si P. no emprende un camino psicológico y no tiene voluntad, a su edad, no cambiará. Y yo, entonces, tengo dos opciones: o me voy, o me quedo; de sobra sabemos la respuesta. A. habló de noviazgo, yo solamente de fidelidad. Me propuso otra opción: desapegarme emocionalmente conservando el costado placentero. La resolución es que, de mi parte, todo seguirá como hasta ahora.
Soñé que L. y M. se alejaban de mí. En el camino solitario, me encontré con una niña de unos cinco años que se escapaba, llorando, de su madre. Ésta no pudo alcanzarla antes que yo. Me senté con ella en el suelo, le regalé unas pulseras y, acto seguido, le pregunté qué le pasaba. Me contó que había tenido un accidente, entonces hablamos sobre eso. Al preguntarle su edad, me sorprendí con su respuesta: veintitrés años. La madre, amorosa, llegó para conversar con nosotras. Me agradeció, diciéndome que me necesitaban. La tarde se hizo noche, y yo estaba incomunicada. Mi madre me ofreció ayuda. Fue un sueño hermoso.

lunes, agosto 05, 2024

Tras veintidós horas sin comer, creo que me odio. Hace días evito a R., aunque no tengo ninguna razón para hacerlo. Aún no sé cómo me retiraré del psicoanálisis. P. habla de amor y yo de penetración. Se resiste a mis juegos de seducción, parecemos una pareja de casados. Hace una semana nos queríamos y deseábamos, hoy no nos aguantamos. En fin, esto siempre fue así. Él es un hombre sufriente y yo una joven deseosa. De volver a verlo, debo enflaquecer. Pienso en ello y quiero vomitar. Hoy desperté con un "buen día amor" de A., pero abandoné la conversación una hora después. Ya no me angustia la excitación solitaria. Volví a estudiar francés. No estoy leyendo últimamente, mucho menos hago yoga. Siento que a veces me abandono. La comida me aburre, o en el fondo es una excusa. Abrazada a mi pulsión de muerte, me parezco a P. Claro que es hermoso envolvernos en una nube placentera, pero él prefiere inventar problemas entre nosotros. Cuando estamos juntos, es otra persona. Me atrevería a decir que es feliz. Es amoroso, lo noto relajado y sonríe todo el tiempo. Pero no soporta estar bien, cuando se aleja se refugia en una nebulosa displacentera. ¿Por qué se aferra al malestar constantemente? ¿Por qué no puede entregarse al afecto erótico? No quiere, y ya.

sábado, agosto 03, 2024

Paredes de piel húmeda y lúbrica;
camino recto, cercado, desolado.
Suspiros mudos, semblante abatido.
Ansiedad insomne.
Soy un trompo en la cama,
mi ropa completamente seca.
La ira angustiosa me consume,
la lluvia no puede apagarla.

Alguien que arda de amor conmigo,
que sienta como yo
y se ilusione al mismo ritmo.
Puras palabras sin sentido,
pues no sabe lo que necesito.

viernes, agosto 02, 2024

Je sens ses battements de cœur,
je caresse sa barbe.
Avec lui, je me sens en paix.

jueves, agosto 01, 2024

Les llàgrimes
acaricien les meves galtes
al compàs d'un orgasme.