Desperté antes de las seis de la mañana, refugiándome en el trabajo. Pienso que si P. dejó de quererme y desearme, no puedo forzar una reciprocidad entre nosotros. Es una lástima que no pueda verme, en todo sentido.
Estoy enfocándome en mejorar mi autoestima y en mantener un diálogo interno más positivo. Me siento mejor conmigo misma, más contenta. Por otro lado, R. dice que me enojo e interpreto mal todo. A veces soy pesimista, pero fue él quien se enojó.
Hoy, J. nombraba números y objetos, y yo se los repetía. Estuvimos una hora en el patio; hacía mucho frío y chispeaba. La gente que pasaba nos hacía comentarios sobre el clima, pero J. parecía no sentir el viento. El hombre de ayer me saludó, sonriente y a lo lejos. Me da vergüenza descubrirlo mirándome, pero me cae bien.
Conocí a D., un púber amoroso. Ambos estábamos muy tímidos al principio, pero enseguida entramos en confianza. Jugamos juntos, y yo tenía una sonrisa impresa en la cara. También conocí a su madre. Hoy fue un día emocionante. Espero tener noticias de D. pronto.
Siento que me transformo cuando estoy con J. y con D. Ah, me olvidaba... Será la primera vez que no acompaño a un niño con autismo, ya que D. presenta un trastorno específico del lenguaje y dislexia. Necesita que lo ayude a leer y escribir. Sí, justo yo. Será un placer; lo haré con mucho gusto.