sábado, agosto 31, 2024
Anoche caí rendida en la cama, un sueño profundo se apoderó de mí. Desperté antes de las cinco de la mañana, parafraseando a Nietzsche. Luego, alguien me practicó sexo oral en un auto. Fue extraño, como si pudiera sentir aquella sensibilidad. Las palabras de P. vienen a mi mente para hacerme llorar. Siento que estoy teniendo una pesadilla, pero no es más que la realidad cruel. ¿Por qué me hiere si lo amo tiernamente? El puñal en mi pecho volvió en forma de una canción de desamor. Por momentos quedo suspendida, sin poder procesar lo que me pasa. Mi rostro se desdibuja tristemente, alojando en mi cuello un mar salado. Creo que moriré de pena si no para de llover. Los minutos me acuchillan, instalándome en un punto negro y hueco. Espero, esperanzada pero sin paciencia. La ansiedad mastica mis dedos y los escupe ensangrentados, me tira del pelo, y golpea mi cabeza contra la pared de los recuerdos felices. La ansiedad dibuja a un hombre, borra algunos trazos y remarca sus ojos.