lunes, julio 29, 2024

Un abrazo en medio de la calle. El hombre más hermoso del mundo me mira, me sonríe, me besa, me habla, me acaricia. Dos horas después, lloro porque ya lo extraño. Vuelvo a las canciones románticas, a la felicidad angustiosa. ¿Será por el tiempo que pasaré sin verlo, por la presencia de mis dificultades sexuales solitarias? Mis labios en su sexo, sus dedos en el mío; sigo extasiada. Él sabe cuánto me excita, cuán fácil caigo en las garras de su seducción.
A. recordaba que lo primero que hice al llegar a Buenos Aires fue verlo. Cinco meses después, seguimos abrazándonos como aquel día. Quizá lloro porque lo quiero verdaderamente. Es tan lindo que me emociona. El tiempo corre y, a pesar de todo, volvemos una y otra vez a los brazos del otro. Esta fue la sexta, ojalá sean muchas más. No existe ningún otro hombre que pueda hacerme sentir lo mismo que P. Deseo su ternura, su manera de ser, su inteligencia; todo él es sujeto de mi deseo.

domingo, julio 28, 2024

Mañana volveré a verlo y estoy tan nerviosa como la primera vez. Ansío acariciarlo, envolverme en su perfume, fundirme en él (no hablo de erotismo, sino de ternura). Soy toda intensidad.

sábado, julio 27, 2024

A. me preguntó si sería capaz de renunciar a mi sexualidad en el caso hipotético de que P. se mudara a Groenlandia. Bueno, hace ocho meses que mi sexualidad está enlazada a él. No entiendo por qué se esfuerza en cuestionar mi fidelidad; nadie me hace sentir lo mismo que P. ¿Acaso debería acostarme con otras personas porque es anticuado querer y desear a un solo hombre? ¿Debería entregarme al libertinaje porque soy una persona joven y sexuada? ¿O me pensará frígida? Es una buena pregunta. De igual manera, sacando a P. de la ecuación, mi libido se ausentaría. De hecho, ya ni siquiera disfruto de mi sexualidad a solas. Supongo que mis problemas sexuales han vuelto; esto explicaría perfectamente mi angustia al hablar de sexo con mi psicoanalista y ginecóloga, y al llegar al punto máximo de excitación. ¿Qué me pasa realmente? ¿Será que empecé a sentirme así en medio de lo sucedido con P.? Creo que solo tuve un episodio de excitación no angustiosa en dos meses; fue cuando nos besábamos en su auto. He aquí, entonces, dificultades asociadas a creencias impuras. P. es la única persona que puede satisfacerme, que puede lograr mi excitación con solo acariciarme o besarme. Es lo que hace en mi mente, pero luego del orgasmo llega la realidad, y he aquí el segundo punto: la solitud angustiosa. Silencio, vacío de palabras.

miércoles, julio 24, 2024

Ayer desperté tarareando "While My Guitar Gently Weeps", luego de soñarme irascible. He estado leyendo a Simone de Beauvoir y recitando "El divino amor", de Storni. Otra canción vino a mí, titulada "Arráncame la vida". Esta mañana tuve un sueño erótico, mi mente se inquietó por demás. Extraño mucho a P. No importa cuánto intente distraerme, lo pienso todo el tiempo. Comenzó a lloviznar, extrañamente. En este momento me siento como un gato callejero en busca de refugio.
No lloro hace tres días, pero no significa que me haya acostumbrado a estar sin él, solo aparto su mirada antes de angustiarme. Qué curiosa la fugacidad del mollino. En fin, no encuentro vía posible de comunicación con P., tampoco sabría qué decir (¿te quiero, te extraño, perdón?).
Hace dos meses que lo nuestro empezó a destruirse, desde entonces hice todo lo que mi corazón sintió que podía salvarnos. P. eligió distanciarse de mí a causa de mis expresiones románticas. Creo que todavía me siento culpable por aquello.
Él se aferra a sus heridas, mientras yo, simplemente, lo quiero. ¿Qué hay de malo en mi sentir? En realidad, nada; huye porque es su mecanismo de defensa. No huye por mis palabras, mis dibujos, mis gestos. Está bien, supongo que le resulta difícil aceptarse querido.
Empiezo a comprender todo lo que antes me generaba confusión. No lo juzgaré esta vez, no cuestionaré su accionar, no me machacaré más. No le preguntaré a R. por él, finalmente acepto que no puedo hacer nada. O quizá sí: aprender a quererlo sanamente (esto implica esperar pacientemente).

martes, julio 23, 2024

No permita usted
que me enajene,
vuélvame psicótica
o al desamparo me entregue.

No deje que caiga mundana
por toboganes renegridos,
atada de pies y manos,
devorada por cuervos impíos.

Yaceré en este agujero,
seré cenizas estériles;
si algo he de ser, seré vacío,
como lo es usted en sus confines.

Palabras sin sentido,
pues no nacen de sus labios,
fallecen en mi boca,
tristemente aciagas.

lunes, julio 22, 2024

Amor
que en la lejanía cubre
con mantos de cristal claro
el rostro más hermoso,
más sufriente y delicado.

Amor silente
cuya estela no dijo adiós
y mientras tanto
me visto con sus matices
y me envuelve en su fulgor.

Amor frágil,
sostenido suavemente,
por estas manos puras,
por la piel que lo siente
aún de ayer a hoy.

Amor vivo,
seré suya por la eternidad,
le pertenezco
blanca, entera y angelical,
dual, demoníaca y fiel amante.

domingo, julio 21, 2024

Anoche, R. se contentó al verme cenar. Dijo que me quiere mucho, y yo, como siempre, me emocioné. 
Hoy leí a Sylvia Plath, vi dos películas y fui a casa de S. Allí estaban también sus dos hijos, A. y L. Sonreí (lo escribo porque es memorable en días como estos). Me impido angustiarme cuando leo en la oscuridad silenciosa y mi mente se va hacia otro lugar. Me sensibilizo y huyo, como P. (al parecer no somos tan distintos). Ayer lloré más de una vez, hoy me siento impasible. 
Cuando lo recuerdo, trato de imaginarlo sonriente, recostado, en paz (esto me calma sobremanera). No me aferro al deseo de verlo y besarlo dulcemente, aunque a veces sueño que reaparece, que pronuncia una sola palabra, y pienso que nada me alegraría más. 
En fin, esta semana tendré un control ginecológico y luego conversaré con A. Mis ropas se impregnaron de menstruo, luego P. se fue y mi corazón, en un acto de supervivencia, decidió retener la sangre dentro de mi cuerpo. Aquí estoy, escribiendo. Me pregunto qué haré esta semana para no desbordarme. 
Recuerdo que, por momentos, a S. le temblaba la voz y deseaba acompañarla en el llanto. Debo cuidar mi sensibilidad para no caer en los pensamientos catastrofistas de siempre. Siento que debo tomar esta oportunidad de aprendizaje y cambio, aunque mantenga viva la incertidumbre de no saber qué pasará con P. De nada servirá castigarme por mis equivocaciones, demonizando el pasado. Por el contrario, me siento bien conmigo misma. 
Bien recuerdo los momentos en que reinaba el bienestar, el afecto y la ternura entre P. y yo. Espero que algún día podamos volver a hablar y decirle cuánto lo quiero. Extraño sus abrazos, su sonrisa y su mirada que me derretía. 
Soy suya, vivo de amor por él. No podrá mi sentir ser modificado por fantasmas, cicatrices, temores paralizantes o falta de reciprocidad. Lo quiero, pues comprendo que es un hombre herido. Lo quiero, porque es fuerte y hermoso de alma. Lo quiero, porque me hace sentir viva, porque despierta en mí el anhelo de soltarle la mano al dolor. 
Lo quiero, porque cuando está presente siento que seré eterna, que me invadirán pajaritos cantores y reiré entre copas de árboles verdes. Lo quiero, porque mirarlo apura un festín en mi alma, donde se reúnen los niños que fuimos, a jugar y corretear por el jardín.
P., en la cama con una jovencita, fumando y leyendo a Pizarnik. P., huyendo de las casas de otras jovencitas antes de tener intimidad con ellas. P., destacando mi inteligencia antes que mi cuerpo. P., en su falocentrismo, se siente mal consigo mismo. P. y sus limitaciones a la hora de imaginar escenarios eróticos.
Miedo a la vulnerabilidad, al compromiso y al fracaso. Conflictos con su identidad masculina. Falta de autoestima, autoimagen negativa, inseguridades corporales. Temor paralizante y perfeccionismo. Distancia emocional ante el afecto que amenaza su autonomía.
Soñé con él, deshice la cama mientras dormía. Me equivoqué tanto al buscarlo sexualmente. Empiezo a ver cosas que antes no era capaz, y hoy solo quisiera pedirle perdón. No deseo que me satisfaga o venga corriendo hacia mí, lo único que quiero es que esté bien. No tendría que haberle dado tanta importancia al acto sexual; me dejé llevar por la pasión. Se trataba de un hombre que quiero, de sus temores e inseguridades, y no fui capaz de comprenderlo realmente, de verlo más allá de mi deseo irrefrenable. No quise lastimarlo ni arruinar todo entre nosotros; lamento haber cedido ante mi egocentrismo impulsivo. Egocentrismo que se traduce en mi accionar erróneo y el aprendizaje situacional tardío. Creía que aquella era la única manera de tener intimidad con él, de acceder a su profundidad; creí que no podía ofrecerme nada más. A veces lo creí insensible, lo juzgué por no poder entender su dolor y momentos de evitación. Pero lo quiero, verdaderamente, y siento que él también me quiere a mí, a pesar de todo.

sábado, julio 20, 2024

Un test de embarazo entre mi ropa interior. Palabras crueles escritas en un cielo blanquísimo. Un hombre enjabonando su cuerpo. El hombre no está en la habitación; sus ojos no pueden verme. No desea estar conmigo. Un vacío negro fúnebre que duele. Ahora soy yo quien se balancea bajo la ducha, con la mirada perdida en agujeros blanquinegros. Mi figura pensante se desborda ante la ausencia de afecto. Un mensaje: el hombre está cerca. Entonces voy a su encuentro, lo abrazo y lo amo intensamente. Sonrío. Estoy sola; el silencio es angustiante. El hombre no está. El hombre dice que me extrañó. El hombre me quiere, me desea. Nos besamos apasionadamente, pero luego el hombre se va y yo lloro. Observo un dibujo del hombre, de cuya boca pende un cigarro. Ahora soy yo quien extraña al hombre. Observo detenidamente su efigie. El hombre quiere que me vaya para no volver a verme jamás. Está harto de mí y quiere terminar nuestra relación. No desea volver a acostarse conmigo. No desea saber nada de mí. El hombre me mira fijamente, seduciéndome. Habla, mientras yo juego con sus dedos. Estoy respirándolo; estas horas serán instantes efímeros después. Me acaricia, me envuelve, es tan dulce. Acaricio su pelo, beso su cuello, me fascina. Lo dibujo, le escribo, lo sueño, lo recuerdo, lo lloro, le hablo, lo gimo. Por momentos somos felices. Hace calor, estamos en su auto. Tengo frío; afuera empezó a lloviznar. Mis manos están resecas y solitarias. No está el hombre siendo acariciado por mí. Tengo ojeras y me duelen los párpados. ¿Podrá el hombre descansar? ¿Tendrá sus manos calientes? ¿Me recordará? ¿Seguirá queriéndome? ¿Pensará volver a mí? ¿Estará llorando igual que el cielo? ¿En qué pensará? ¿Me extrañará? ¿Estará enojado o solo triste? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué huyó? ¿Por qué no está entre mis brazos ahora? ¿Por qué se alejó de mí? ¿Qué sentirá? ¿Sabrá que lo espero?
Despierto de madrugada, pensando en él. ¿Por qué me dejó? ¿Qué fue lo que dije para que desapareciera de esa manera? La voz de A. viene a mí, diciéndome que tiene mucho miedo, asegurándome que no soy la culpable de que se haya ido.
Necesito estudiar, cualquier cosa; pensar en Freud o Montessori. Necesito pintar, leer, escuchar a McCartney. Necesito volver a mi eje de alguna forma, ocupar mi tiempo totalmente para evitar los momentos angustiosos.
Lo último que hablé ayer con A. fue sobre la posibilidad de viajar a ver a C., A., D. y M. Pienso que me vendría bien visitar la ciudad, recuerdo a Storni. Tiempo familiar, nuevos aires. Mi amor seguirá estando igual de lejos que siempre.

viernes, julio 19, 2024

"Abandonada, sin ninguna explicación", grita la hinchazón visible en mis ojos. Desperté al menos dos veces en la madrugada. Hice yoga. Hoy, mi plan será hidratarme, alimentarme y no morir de angustia. Vivir de amor, contrariamente a la ausencia real.
Sesión con A., quien insiste en que P. tiene un problema personal y no vincular. Me limito a mí misma para no entristecerme al respecto. Acepto la realidad. Momento solitario de reflexión, R. se ha ido a un velorio. 
Podría escuchar canciones románticas, si quisiera llorar. Podría ver escenas de películas donde parejas heterosexuales se besan o sonríen mientras se abrazan, pero tampoco sería la mejor decisión. ¿Qué hacer para aliviar mi triste corazón?
Pienso en él hasta cuando no quiero hacerlo. Me pregunto tantas cosas. ¿Cómo se sentirá? ¿Cómo juntará fuerzas, solo, para salir a trabajar cada día y criar a su hijo? Recuerdo su voz llorosa y lloro también. Lamento mucho todo lo que pasó, me siento culpable. En fin, viviré de amor, esperándolo con una sonrisa. Cuando vuelva, querré hacerlo muy feliz.

jueves, julio 18, 2024

Lloro. Él representaba mi pulsión de muerte, mis deseos más profundos, mi odio amoroso. Estoy tan confundida, sin embargo lo comprendo. Tengo en mí tantos recuerdos felices y hermosos. Besos, abrazos, palabras afectuosas, miradas. Lo amaba, a pesar de saber que no me correspondería jamás. Lo amaba tiernamente. Lo amaba entero. ¿Por qué hablo en pasado? ¿Por qué parece que hubiera muerto? P. está lejos, más inalcanzable que nunca. Y yo muero de amor por él, vivo de amor por él; enloquezco y sano de amor por él.
Lo amo con toda mi juventud, con la niña que fui, con mi nacimiento y la muerte que me espera siempre. Amo su luz y su negrura. Amo toda su figura, su silencio que alguna vez fue habla. Nuestro tiempo juntos, nuestras horas de conversación. Ayer soñé con él, tocaba su instrumento y yo lo miraba deseosa. Lo amo inconscientemente. Estoy segura que sabe cuánto hay en mi corazón. No tuvo la intención de herirme. Lo entiendo porque lo amo. Se va porque no puede amarme también.
Solo puedo desear que esté bien. Puedo morir de pena o aceptar la realidad y desapegarme, eligiendo vivir de amor y rebosar de gratitud. Me quedaré con su perfume, con el sonido de su risa, con el tono de su dulce voz y sus brazos abrazándome con fuerza contra su cuerpo. Me quedaré con el recuerdo del hombre que me enamoró perdidamente. Hay tanto dolor en mí que no soy capaz de explicar, tantas cosas que quisiera decir. Se acerca la oscuridad de la noche, y me pide que lo abandone.

martes, julio 16, 2024

Reapareció A., llamándome hermosa. Miento al negar mi libido, solo puedo decirle la verdad a P. Aún nos imagino teniendo sexo, aún lo deseo. Él evita el tema, mientras yo necesito que su piel roce la mía con una caricia suave, que sus labios humedezcan los míos con una ternura pasional. Podría penetrarme, si quisiera. Pero me bastaría tenerlo frente a mí para sentir placer de nuevo. Placer angustioso de gemir mientras me toca, de mirar su rostro perfecto y angelical, de sentir su presencia varonil, tan fuerte y tan frágil a la vez. Angustia dudosa pues calla, sin yo saber si aún, él también me desea. Angustia, deseo deshojarme ante tanto deseo que fallece en mi sexo húmedo y mi cama tibia. Ya me aborrece el autoerotismo. Necesito besar la piel de un hombre vivo, sentir su calor sudoroso, observar su figura lejana o que me mira y abraza. Bien podría masturbarme, pero mis mejillas se humedecen. Lo deseo, lo extraño, y aún lo quiero. Mataré las palabras de A., mataré el tiempo hasta que vuelva P. Controlaré la inquietud de mi ser recién nacido antes de matarlo de inanición también. Seré paciente, esperaré ansiosa tras la puerta. Contaré las horas, miraré el cielo oscuro hasta que amanezca. Daré vueltas enloquecidas, querré dejar al descubierto mi carne lujuriosa. Querré morir, querré arrastrarme hacia el precipicio y contemplar el abismo hueco. Querré disfrazarme de fantasma. De todos modos sobreviviré, abrazada a la ilusión de que volveré a verlo. Él estará sonriente, deseoso de mí. Posará su mano en mi pierna, querrá arrancar mis ropas. Yo diré que sí, a todo, siempre.

lunes, julio 15, 2024

La aparición de un hematoma mediano en mi pierna alimenta mi ansia por saber los resultados de los análisis. Conversación efímera con P.

domingo, julio 14, 2024

Soñé con el falo de P. Hace dos meses tuvimos un encuentro erótico. Ayer lloré recordándolo.
Reunión familiar en la que recibí afecto. Estaban todos más que contentos por mí.

sábado, julio 13, 2024

A. dice que le fascino y quiere besarme. Hace tiempo no conversábamos. Habla de sexo oral, mi cara se transforma y grita que extraño a P. No quiero tener, ni siquiera hablar de prácticas sexuales hoy. Menos con A. Con nadie, en realidad. Abandoné la conversación, sublimando mis pulsiones sexuales una vez más.

jueves, julio 11, 2024

Día especial y emotivo. Mañana le contaré lo sucedido a A. Estoy contenta, y orgullosa de mí. Sin embargo, mi mente se esforzó por traer de nuevo a P. y sus palabras terminantes. Lloré. Pensé en escribirle, pero borré su número. Intenté recordarlo, pero no pude. Ahora logré calmarme.
Hoy desperté a las siete menos cuarto de la mañana, inquieta. Mañana llegará un momento ansiado durante años por mí. Quizá, buscando a P., me aferre más al sufrimiento que a la felicidad que siento sin él. ¿Lo extraño realmente? Todo era distinto cuando decía quererme, cuando me deseaba. Ahora, P. es una figura oscura que no me hace bien.
Pienso en él la mayor parte del tiempo. A veces pienso tanto que lloro, pero después de algunos minutos, vuelvo a mi estado habitual de tranquilidad. Él quiso dejarme, él me perdió. Lo acepto, está bien. Intenté todo lo que creí que podía llegar a salvar lo nuestro. Ahora debo ocuparme de mí.
Hoy todo salió bien, incluso mejor de lo que esperaba. Me quiero mucho por haber llegado a este punto, por no rendirme nunca. Estoy agradecida conmigo, agradecida por la persona que soy. Finalmente, no importa que P. haya querido alejarse de mí. Quizá no solo se salvó a sí mismo. Quizá perdí a un hombre que quería, pero gané salud mental y autoestima. Quizá no sea cuestión de olvidarlo de la noche a la mañana, como él se olvidó de mí, pero sí de tratar de conservar los momentos felices por sobre el dolor que puede generarme a veces su partida.

miércoles, julio 10, 2024

No tendré más remedio que olvidarme de él. Hice yoga, leí Bodas de sangre y me angustié. Mañana es un día importantísimo. Casualmente, también se cumplirán dos semanas desde mi última conversación con P. Y yo sigo esperando que vuelva, recordando al hombre que solía ser. Pero desapareció, y ya no quedan rastros de su afecto. Odio revivir el fin cada día, extrañándolo. Su ausencia me duele, pero mantener viva una esperanza pequeñita me destruye más. Si no acepto la realidad de mi pérdida, me perderé a mí misma.

Control diurno de pensamientos obsesivos. Hace un mes vi a P. Recuerdo puros momentos excitantes. Él, arriba mío, en su auto. Él, arriba mío, en una cama. Él, penetrándome despacio. Su cara, su cuerpo desnudo. El tono deseoso de su voz. Su falo. Nuestros besos. Mi sexo lo suplica, no importa el resto de los hombres. Lo necesito, físicamente. Es mi libido incontrolable, insatisfecha. Es todo él y toda yo, nuestras figuras fundiéndose en mi mente una y otra vez.

lunes, julio 08, 2024

Orgasmo, orgasmo, orgasmo, llanto. Pensar en P. me erotiza, después duele. Si está bien sin mí, tendré que aceptarlo. Según A., esperar lo imposible es la causa de mi rumia mental. Debería resignarme, rendirme a la pérdida. Debería renunciar a mis deseos libidinosos, y a la idea de que P. aún me quiere. No volverá, esto es así. Se retiró de nuestro vínculo, silenciosamente. Hoy, imposible estudiar. Me alimenté cuatro veces, religiosamente. Recuerdo cuando R. olvidó unas hojas en el fuego. Hojas carbonizadas que de solo verlas daban ganas de llorar. No pude evitar que lo nuestro se marchitara tan pronto. ¿Por qué actué como si P. fuera mucho más que un hombre? Cada vez que intento aferrarme a él me destruyo. Debía irse para protegerse, fue consecuente respecto a sus palabras. Y yo también, besándole los pies, rogándole que se quede (¿para qué?). El fin me cantó dulcemente en el oído. El fin, con su rostro desdibujado y sus viejas y sucias manos. Recuerdo el departamento de V., mi primera psicoanalista. Ella fumaba como una chimenea, yo era una tierna jovencita envuelta en olores muertos. Mis padres, muertos. Mi identidad, quién sabe. Yo, muerta, tan muerta. Sin duda, a V. le hubiera encantado escuchar mi historia con P. 

domingo, julio 07, 2024

Orgasmo diurno y nocturno. A. me preguntó hace cuánto no miro a un hombre. No lo sé. Aún pienso en P.
Días de mucho estudio. Vueltas ansiosas y emotivas en la madrugada.

viernes, julio 05, 2024

Hoy, mi psicoanalista mencionó el término trastorno obsesivo-compulsivo. Hablé de P., de mi salud y mi estudio. Algunos recuerdos sobre lo que conversamos:
A.: "Hace meses que estás pálida. Sos la única que no lo ve". Otras personas, recientemente, asociaron mi palidez a enfermedades. R. y mi madre tienen anemia. Según A., no sería grave que yo también la tuviera. Estoy ocupándome de mi salud, y sobrellevando la ansiedad que esto me genera.
En cuanto a P., hay una frase dicha por A., que me impactó: tiene miedo a vivir (miedo acentuado como pánico). Dijo que hay hombres y mujeres atractivas, pero yo no puedo ni pensar en conocer a alguien más. Una conclusión: No quiero ser feliz, sino sumergirme en el dramatismo. Mi afecto es insano, pues estoy obsesionada con él. 
A. me recomendó Bodas de sangre. Estoy atada a las tragedias, al dolor y la muerte. De nuevo el bucle de pensamientos catastrofistas, tan característico en mí. Aún me imagino apuñalándome.
Es angustiante lidiar con mi mente, mi peor enemiga. Es angustiante dedicarle más tiempo al sufrimiento que al goce. Soy consciente de que debería estar cantando y riendo, pero en su lugar paso los días preocupada y llorando.
Debería estar teniendo sexo con P. Debería estar besándolo dulcemente, mientras me acomoda un mechón de pelo detrás de la oreja. Deberíamos estar gimiendo, o con una sonrisa impresa en la cara.
Debería estar estudiando, debería recibirme en una semana. Debería estar contenta. 
Debería alimentarme.
La rumia mental me está destruyendo. Supongo que es la causa de mi infelicidad. A. se esfuerza por llevarme siempre a la realidad, donde todo parece ser un poco menos peor. No quiero sufrir más. Quiero vivir, bien.

miércoles, julio 03, 2024

Sueño orgiástico y turbio: imágenes sexuales desagradables y sepultura de dos cadáveres. P. ni siquiera lee mis mensajes. Pienso que dejó de quererme y que pronto se olvidará de mí. Aún así, me aferro a una esperanza de tamaño bolsillo. Pienso en él todo el tiempo, angustiosamente. Apareció un problema que me haría permanecer en Buenos Aires, impidiendo mi fuga. Quizá, inconscientemente, busqué una excusa para poder recuperar el tiempo perdido junto a P. Oí que mi padre llamó a R. por tercera vez, y me irrité. Tomé la decisión de no asistir hoy a mi última clase. En su lugar, iniciaré las largas horas de ayuno requeridas para uno de los análisis de mañana.
Recuerdo algunas palabras de una carta que le escribí a P.: En la distancia, te deseo inmensamente. El recuerdo de nuestros labios fundiéndose en la pasión hace que todo mi cuerpo te reclame. Tu tono de voz dulce y deseosa aviva aún hoy una llama imposible de apagar.

Veintiséis horas sin comer. Despierto inquieta tras cinco horas de sueño. Me quiebro, deseo a P. como nunca deseé a nadie. Vuelven a mí nuestras conversaciones teñidas de erotismo, nuestros encuentros íntimos y pasionales. Pero no vuelve él, y no sé si lo hará. De nuevo la excitación triste. ¿Y si ya nunca quiere acostarse conmigo? Me atrae su imposibilidad, siempre fue así. Pienso en la oscuridad, me debato entre tener un orgasmo o llorar. Estoy envuelta en un estado de confusión, entre la fantasía y la realidad. Entre el goce y el infierno mortífero, con la esperanza de que algo cambie, o vuelva a ser lo que era. Expectante y temerosa, deseosa de verlo regresar. Deseosa de besarlo dulcemente, nada más. Deseo juvenil, vivo e intenso.

lunes, julio 01, 2024

Aceptación de la realidad: P. no está disponible para mí. Solo le importaba cuando existía posibilidad de haberme dejado embarazada. En realidad, solo le importaba su temor a ser padre. P. no puede quererme, ni siquiera escucharme cuando lo necesito. Ahora que no tiene pánico ni deseo hacia mí, simplemente no existo. ¿Por qué intenté engañarme todos estos días? Se acabó. Estoy triste, y enojada. Quizá si es personal, quizá me odia. Probablemente ya no vuelva a hablarme. Soy otra más en su lista de abandonadas. Porque él quiso, como siempre, crear un problema, una barrera entre nosotros. Porque necesita ser infeliz, estar insatisfecho, castigarse y castigar a quien sea que lo quiera. Quizá él sea el único culpable de habernos traído a este punto. Tiene que despedazar y arruinar todo, como un cachorro. Siempre quiso que lo odie, y que termináramos mal.
Tengo que ocuparme de mí, de mi salud y mi estudio. "Todo es una porquería", le decía a A. en nuestra última conversación, y no me equivocaba. Todo está roto. Todo está mal. Me esfuerzo intentándolo, pero estoy tan cansada. Tal vez estoy demasiado sensible y harta. Cuando A. me preguntó qué debería estar haciendo, me sentí avergonzada, y callé. Debería tener sexo con P. Es lo único que calmaría mis nervios. No podía decirlo en voz alta, pero sí puedo escribirlo ahora. Debería P. estar en mi cama, desnudo. De hecho no importa si no tenemos sexo, lo único que importa es que me haga sentir placer de nuevo. Porque en realidad, todo se trata de mí. Todo se trata de mi deseo, de mi necesidad de ser poseída, de mi enfermedad, de mi enojo y también de mi tristeza. Todo, todo se trata de mí. Porque soy una porquería insensible. Porque lo arruiné. Yo hablé de amor, y de atraso. Yo soy la culpable.

Me arrepentiré mañana.
Ansiedad y angustia al momento de la cena. Al intentar dormir, me debatía entre la tristeza incierta y la excitación fantasiosa. Tuve un sueño en el que me sentía atraída por un joven músico, fanático de John Lennon. La última vez que lloré fue en sesión con A., y mi libido se retiró hace dos semanas. Me siento impasible en medio de un compás de espera. No doy lugar a mis pensamientos catastrofistas, a pesar del temor. ¿Aplazaré la conversación con P.? ¿Y qué hay de mi inquietud interna? Tendré que volver al último lugar en el que estuve con él, y esto me pone un tanto nerviosa. Según A., no hay de qué temer, no estoy embarazada. Parezco sana, a pesar de mi notorio cansancio. Todo mi cuerpo grita abandono. Será solo un chequeo médico. El problema es que volveré a hablar de irregularidad menstrual, de relaciones sexuales, de pruebas de embarazo y profilácticos. En fin, volverá P. a mi mente y todo lo que hemos vivido este último tiempo. Esto me apena enormemente, y no sé cómo permaneceré entera. Tarde o temprano tendré que enfrentarme a este tema, y a P.