lunes, julio 29, 2024

Un abrazo en medio de la calle. El hombre más hermoso del mundo me mira, me sonríe, me besa, me habla, me acaricia. Dos horas después, lloro porque ya lo extraño. Vuelvo a las canciones románticas, a la felicidad angustiosa. ¿Será por el tiempo que pasaré sin verlo, por la presencia de mis dificultades sexuales solitarias? Mis labios en su sexo, sus dedos en el mío; sigo extasiada. Él sabe cuánto me excita, cuán fácil caigo en las garras de su seducción.
A. recordaba que lo primero que hice al llegar a Buenos Aires fue verlo. Cinco meses después, seguimos abrazándonos como aquel día. Quizá lloro porque lo quiero verdaderamente. Es tan lindo que me emociona. El tiempo corre y, a pesar de todo, volvemos una y otra vez a los brazos del otro. Esta fue la sexta, ojalá sean muchas más. No existe ningún otro hombre que pueda hacerme sentir lo mismo que P. Deseo su ternura, su manera de ser, su inteligencia; todo él es sujeto de mi deseo.