Miedo a la vulnerabilidad, al compromiso y al fracaso. Conflictos con su identidad masculina. Falta de autoestima, autoimagen negativa, inseguridades corporales. Temor paralizante y perfeccionismo. Distancia emocional ante el afecto que amenaza su autonomía.
Soñé con él, deshice la cama mientras dormía. Me equivoqué tanto al buscarlo sexualmente. Empiezo a ver cosas que antes no era capaz, y hoy solo quisiera pedirle perdón. No deseo que me satisfaga o venga corriendo hacia mí, lo único que quiero es que esté bien. No tendría que haberle dado tanta importancia al acto sexual; me dejé llevar por la pasión. Se trataba de un hombre que quiero, de sus temores e inseguridades, y no fui capaz de comprenderlo realmente, de verlo más allá de mi deseo irrefrenable. No quise lastimarlo ni arruinar todo entre nosotros; lamento haber cedido ante mi egocentrismo impulsivo. Egocentrismo que se traduce en mi accionar erróneo y el aprendizaje situacional tardío. Creía que aquella era la única manera de tener intimidad con él, de acceder a su profundidad; creí que no podía ofrecerme nada más. A veces lo creí insensible, lo juzgué por no poder entender su dolor y momentos de evitación. Pero lo quiero, verdaderamente, y siento que él también me quiere a mí, a pesar de todo.