miércoles, julio 03, 2024

Veintiséis horas sin comer. Despierto inquieta tras cinco horas de sueño. Me quiebro, deseo a P. como nunca deseé a nadie. Vuelven a mí nuestras conversaciones teñidas de erotismo, nuestros encuentros íntimos y pasionales. Pero no vuelve él, y no sé si lo hará. De nuevo la excitación triste. ¿Y si ya nunca quiere acostarse conmigo? Me atrae su imposibilidad, siempre fue así. Pienso en la oscuridad, me debato entre tener un orgasmo o llorar. Estoy envuelta en un estado de confusión, entre la fantasía y la realidad. Entre el goce y el infierno mortífero, con la esperanza de que algo cambie, o vuelva a ser lo que era. Expectante y temerosa, deseosa de verlo regresar. Deseosa de besarlo dulcemente, nada más. Deseo juvenil, vivo e intenso.