sábado, julio 27, 2024

A. me preguntó si sería capaz de renunciar a mi sexualidad en el caso hipotético de que P. se mudara a Groenlandia. Bueno, hace ocho meses que mi sexualidad está enlazada a él. No entiendo por qué se esfuerza en cuestionar mi fidelidad; nadie me hace sentir lo mismo que P. ¿Acaso debería acostarme con otras personas porque es anticuado querer y desear a un solo hombre? ¿Debería entregarme al libertinaje porque soy una persona joven y sexuada? ¿O me pensará frígida? Es una buena pregunta. De igual manera, sacando a P. de la ecuación, mi libido se ausentaría. De hecho, ya ni siquiera disfruto de mi sexualidad a solas. Supongo que mis problemas sexuales han vuelto; esto explicaría perfectamente mi angustia al hablar de sexo con mi psicoanalista y ginecóloga, y al llegar al punto máximo de excitación. ¿Qué me pasa realmente? ¿Será que empecé a sentirme así en medio de lo sucedido con P.? Creo que solo tuve un episodio de excitación no angustiosa en dos meses; fue cuando nos besábamos en su auto. He aquí, entonces, dificultades asociadas a creencias impuras. P. es la única persona que puede satisfacerme, que puede lograr mi excitación con solo acariciarme o besarme. Es lo que hace en mi mente, pero luego del orgasmo llega la realidad, y he aquí el segundo punto: la solitud angustiosa. Silencio, vacío de palabras.