Tengo que ocuparme de mí, de mi salud y mi estudio. "Todo es una porquería", le decía a A. en nuestra última conversación, y no me equivocaba. Todo está roto. Todo está mal. Me esfuerzo intentándolo, pero estoy tan cansada. Tal vez estoy demasiado sensible y harta. Cuando A. me preguntó qué debería estar haciendo, me sentí avergonzada, y callé. Debería tener sexo con P. Es lo único que calmaría mis nervios. No podía decirlo en voz alta, pero sí puedo escribirlo ahora. Debería P. estar en mi cama, desnudo. De hecho no importa si no tenemos sexo, lo único que importa es que me haga sentir placer de nuevo. Porque en realidad, todo se trata de mí. Todo se trata de mi deseo, de mi necesidad de ser poseída, de mi enfermedad, de mi enojo y también de mi tristeza. Todo, todo se trata de mí. Porque soy una porquería insensible. Porque lo arruiné. Yo hablé de amor, y de atraso. Yo soy la culpable.
Me arrepentiré mañana.