martes, diciembre 24, 2024

Tras medio día como ermitaña, en un descuido de R., saludé a su hermana V. y a su cuñado. Luego de una crisis nerviosa, liberé mi pelo ondulado, maquillé mi rostro sufriente, y con un vestido, sandalias y adornos en mis muñecas, mis orejas y mi cuello, me enfrenté a comentarios esperables. Provenían del abrazo y de la boca de V.: "¿Estás viva? (haciendo referencia a mi encierro) ¡Qué delgadita! (haciendo referencia a mis eternas horas sin alimento alguno)".
Acorralé a P. No me toma ni me deja. Nada que escribir al respecto.