¿Qué hay de mi amabilidad, de mi cariño, de mi pasión, de mi dulzura, mi inteligencia, mi ternura, mi amor leal, mi bondad, mi atención, mi sensibilidad, mi paciencia, mis detalles, mi entrega, mi dedicación, mi compromiso? Juntos, soy un lugar de calidez y seguridad, donde reina mi gracia y mi paz.
Si algo no puedo ofrecer, será meramente superficial: una hermosura sofisticada, encanto, perfección... Tal vez esto último sea importante para P., y no lo encontrará en mí. Por el contrario, soy una mujer sencilla, apagada, inusual. No despierto su apetito, angustiosamente. A. P. le gustan y le excitan otro tipo de mujeres, no yo. Si llegara a encontrar algo en mí... ¡Qué ciego sería su amor!
¿Y ahora qué? Me perderé en mi casa, solitaria. ¿Esperaré que aparezca, mágicamente afectuoso, pronunciando palabras mágicas que nunca he oído pronunciar? ¿Esperaré que vea grandes cualidades en mí? ¿Esperaré que reviva su deseo muerto? ¿Esperaré que nazca en él una necesidad inerte de mí? ¿Esperaré ser querida como creo merecer? ¿Esperaré lo imposible?