lunes, enero 22, 2024

A. me definió como insomne, alegando que mis desvelos podrían tener como causa la salida al parque del pasado lunes. Enseguida aproveché mi oportunidad para responder que P. había aparecido en todos mis sueños -o mi madre disfrazada de P.-, pues la sesión anterior a estos episodios habíamos conversado sobre su función. Apenas tardamos unos segundos en dejar de lado a P. y darle protagonismo al ángel bondadoso femenino. 
"(Mi madre) me depositó (como si yo fuera un objeto) en la figura del psicólogo, ya que había en ella una imposibilidad (afectiva)" fue la frase que mi psicoanalista tomó, subrayó y repitió para resaltar mi capacidad de resumir dos cuestiones fundamentales en nuestro vínculo. Por un lado, mi madre, una mujer imperfecta, preocupada y, por consiguiente, sobrepasada, incapaz de poder ayudarme. Y por otro lado, yo, una niña que tomó el papel protagonista pasivo de ser depositada en el afuera por una carencia afectiva. La figura de un otro (profesional) al cual yo estaba negada, pues mi anhelo era que ELLA pudiera acercarse a mí y "curarme".
Una tranquilidad en mi pecho, luego de exponer pudorosamente mis iniciaciones sexuales por vez número... A., destacando mi inexperiencia a comparación de mi partenaire de aquel entonces. Yo, siendo objeto del placer de un otro y retrotrayéndome expresivamente al encuentro con P. Una similitud: yo, sentada sobre sus piernas. Esta vez, riéndome, escuchando su tono de voz calmado y satisfecho; una cortesía amorosa que me pacifica. 
Mis ojos se llenan de lágrimas al escuchar la expresión "que el otro no pueda demostrar su afecto no significa que seas defectuosa, no merecedora de ese afecto". Mi mente trae inmediatamente el rostro de P. y mi frustración al colocar en él una culpa, ya que, que sus dichos no condigan con sus acciones, no quiere decir que no me quiera; sino que, momentáneamente no puede cubrir mis necesidades afectivas. Al despedirme de A., yo viéndola borrosa conteniendo el llanto, me ha dicho que podría llamarla cuando la necesitara (una captación de mi hiperactividad).
Una tarde que pronto se hace noche, esta vez armada psíquicamente para enfrentar la oscuridad de mi vida.