viernes, enero 19, 2024

He bajado más de un kilo y medio de peso en estas últimas tres semanas. Despierto de madrugada con náuseas, habiendo soñado con P. y recibiendo una respuesta suya después de tres días. Además de las dificultades que he mencionado, toca agregar a la lista disfunción alimentaria. De no ser por mi neurosis, mi cena bien podría haber sido cuatro vasos de lágrimas. Debilidad en mis movimientos, falta de aire, cansancio en mi vista. Un cielo grisáceo colmado de pájaros negros que, a lo lejos, parecen moscas revoloteando en mi comida. 
He tenido un sueño extraño esta mañana, luego de evitar contestarle a P. cómo estoy. Me dirigía a una presentación musical suya, y como si se tratara de un cambio de escena psíquico, entraba en un comedor. En una de las sillas, una mujer de piernas abiertas tocaba su cuerpo con los ojos cerrados. Inmediatamente se generó una tensión entre ambas; ella cesó pudorosa y yo empecé a recoger los cubiertos limpios de una mesa larga. Primero sostuve quince tenedores en mi mano pequeña, y luego, mientras guardaba los cuchillos, me recorría la envidia de no poder ser ella. Al despertar, mi libido desapareció a causa de P., quien alega no castigarme por mi afecto.
La longitud de las horas me agobia, esperando la noche para que mi inconsciente me impida descansar. Quizá no estoy tan lejos de ser la mujer con las manos en posición de rezo en la barandilla del balcón aledaño. De la que sí estoy distante es de la mujer que sostiene un teléfono en su oreja derecha y mueve su brazo izquierdo al hablar con entusiasmo. ¿Qué pensarían al ver mi triste imagen mientras escribo en el sillón? Me pregunto si alguien podrá ser capaz de interesarse por mis sentimientos, percibiendo que alguna, más bien diría muchas partes de mí, no están funcionando como se supone que deberían.
Una mujer vestida de luto contemplando el abismo desde su décimo piso y yo desde el primero. Sospecho que mi pérdida de satisfacciones se relaciona con una posible anhedonia, generada por la ansiedad. Los signos y síntomas más comunes son: tristeza, desesperanza, fatiga, falta de energía, pérdida del apetito, alteración del patrón del sueño y dificultad de concentración. ¿Caeré en las garras afiladas de la depresión o será un período que superaré con la ayuda de A.? Me inclino por la segunda, pues como Gardel, "guardo escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón".