jueves, octubre 19, 2023

Palpitaciones agitan sin piedad mi ojo izquierdo, un órgano acusador que delata la interminable lista de tareas pendientes y la inminente confrontación con el mundo exterior. La culpa, como un manto opresivo, se posa sobre mi mente y me sume en la ansiedad más profunda. El solo pensamiento de afrontar el día que se avecina es suficiente para sumirme en una inquietud incontrolable.
Por las noches, el reino onírico se despliega ante mí en una sucesión de escenas desordenadas. En un rincón de ese mundo, aparece la imagen de S., una amiga de mi adolescencia. En este escenario donde el deseo y la represión danzan en un eterno tira y afloja, S. se insinúa y yo, en mi juventud, me hundo en el abismo del pánico. Los murmullos de mis padres en la habitación contigua añaden una capa de prohibición a este sueño. La atmósfera se carga de tensión, como si estuviera al borde de cruzar una línea que no debería ser traspasada. Mi lengua roza su manantial prohibido, y en ese gesto, la dualidad del deseo y el temor se fusiona, dejando una impresión duradera en mi mente.
Esto me hace recordar que L., como una sombra momentánea, permaneció en silencio durante todo el día de ayer. Sin embargo, sé que su regreso está al acecho en algún rincón de mi psique, una presencia que se cierne como una nube negra sobre mi tranquilidad. Anhelo que P. regrese como una brisa suave que acaricia mi piel en lugar de un vendaval que perturbe mi paz.
En otro sueño, un niño pequeño aguarda con paciencia, sus ojos reflejando esperanza en el futuro. Un abrazo se extiende eternamente, como si el tiempo mismo se detuviera para permitir ese contacto íntimo y reparador. Sin embargo, un tercer sueño, más oscuro, me atormenta: un padre, figura autoritaria e hiriente, regresa en un intento de herirme una vez más. Su presencia genera una tormenta emocional.
Y es en estos días cuando mi obsesión se centra en llevar a la práctica el coro de la canción "Don't Let It Break Your Heart", interpretada por Louis Tomlinson. Cada verso resuena en mi mente como un himno personal. A pesar de la dureza de la vida, debo resistir y no dejar que nada ni nadie destruya mi corazón.