Un hombre martilló mi pecho como si quisiera escapar de mi ser, hasta que me dormí. Otro sueño digno de ser interpretado por A.: yo cargaba una mochila pequeña pero extremadamente pesada, hasta que de pronto se desfondó. No quedó rastro alguno de lo que, en su interior, pudiera haber albergado. Tuve la sensación de que se desvaneció en el abismo del olvido. Esa mochila pertenecía a una niña de unos seis o siete años, a la que intentaba ayudar.
Anhelo dormir, pero en su lugar, leo una historieta que me transporta a un mundo ajeno. Al igual que Gardel, "tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida".
Después de exponer mis fantasías con P., respondí que no me dolía desearlo y no poder tenerlo. Cuestioné mi convicción y llegué a la conclusión de que no podía estar más equivocada. Mi amor por él es incontrolable y desbordante.