jueves, octubre 05, 2023

Será este el primer intento de desentrañar la esencia física de P. Es un hombre de cabello morocho, con una barba que enmarca su rostro de manera enigmática. Su estatura ronda el metro sesenta, siendo un poco más alto que yo. Sus ojos, de un avellana profundo, parecen portar la vastedad del océano. Cuando sonríe, su belleza ejerce un efecto hipnotizante que resulta imposible de pasar por alto. A pesar de estas cualidades que lo hacen innegablemente atractivo, P. parece no percibirse con los mismos ojos con los que yo lo contemplo. Su vestimenta, siempre caracterizada por la sencillez, parece ser un escudo ante las inseguridades que lo acosan. Un detalle curioso y fascinante, es el sorprendente parecido que guarda con Paul McCartney en su juventud, otro músico al que admiro profundamente. Aunque él, solía desafiarme, diciendo que prefería a Radiohead por encima de Paul, provocándome deliberadamente. Como ya mencioné, cuando se sumerge en su mundo musical, sus facciones se tornan expresivas, haciendo muecas con la boca y, en ocasiones, elevando la mirada mientras toca su instrumento, lo que revela la pasión e intensidad que experimenta en ese instante. Durante cuarenta minutos, me sumergí en una ensoñación profunda. Ignoraba si estaba durmiendo y soñando con él o si, simplemente, lo pensaba con tal intensidad que se volvía real en mi mente. Al despertar, un deseo avasallante de comunicarme con él se apoderó de mí, y comencé a entonar en voz baja: "Si te vas, será fácil terminar esta vida que no ofrece mucho más". Me cuestiono si lo que me atrajo de él fueron sus miradas, sus gestos y palabras, o si, en realidad, fue su indiferencia la que me enfermó. He estado escuchando "Creep" de Radiohead. ¿Acaso soy una 'rara' tratando de encontrar un rincón en un corazón que parece inalcanzable? Me pregunto cuántas veces más su rostro me perseguirá en sueños. Él hablaba de sus amores mientras yo escuchaba atentamente, hasta que surgió algo aterrador: la sombra de una cabeza, un hombre sin cuerpo. Desperté sumida en un miedo intenso y desesperante. Tomé notas minuciosas, como acostumbro con cada manifestación de mi inconsciente. Hoy, finalmente, llegará mi ansiada sesión psicoanalítica, después de una semana dedicada a recopilar material significativo. Sospecho que esta acumulación de pensamientos y emociones no es más que una consecuencia de mi incansable escritura diaria.