Voces españolas y preparativos. Me visualizo arrastrando mi maleta a otro país, y la emoción se refleja en la textura de mi piel, un cosquilleo que me recuerda que, a pesar de todo, la vida continúa su marcha implacable. En el umbral de un nuevo capítulo, el futuro se despliega ante mí como un mapa en blanco, listo para ser trazado con las experiencias que esperan ser vividas.
Hoy, por fin, me he tomado el tiempo para disfrutar de un almuerzo. Durante semanas, había dejado de lado la comida, mi apetito ahogado por un torbellino de pensamientos y preocupaciones que parecían no tener fin. La pintura, fiel confidente de mis angustias, ha sido mi vía de escape, el medio a través del cual puedo darle color a las emociones que me embargan.
Y a medida que el día avanza hacia su inevitable ocaso, me sumerjo en una reflexión profunda, cuestionándome cómo P. y yo hemos llegado a este punto. La música de Pablo López, con su piano apasionado, provoca un torrente de emociones. Sus palabras, "tengo el corazón insoportable... Puede que no sirva para amar", penetran en mi ser, recordándome que los vínculos pueden quebrarse, como cristal frágil en manos de un destino caprichoso.
Anoche, el recuerdo de P. regresó a mi mente, acompañado de su nombre y su figura. Sin embargo, ha perdido su poder sobre mí. Ahora su influencia es una sombra distante. Ya no lucho desesperadamente por superar su presencia, sino que estoy aprendiendo a convivir con ella sin que me pese tanto.