Noche angustiosa, en la que devoré mi ansiedad como si fuera la última cena, hasta que sentí náuseas. Otra noche que se desvaneció sin promesa de regreso, y me asalta la culpa de no saber cómo vivir. El tiempo pasa y no volveré a ser joven. A pesar de ser consciente de eso, desperdicié incontables horas.
Vívidas imágenes de P. como músico: sus dedos sobre las cuerdas, su rostro concentrado, su mirada perdida en su instrumento, en el vacío o en su propio ser, y sus muecas. Descubrí el instante en que me enamoré de ÉL, una noche en la que nos miramos, esbozó una sonrisa y me hizo un gesto.
Desperté sobresaltada por un sueño en el que mi padre moría, dejándome en un estado de confusión entre la tristeza y el alivio. Conducía un auto que no avanzaba, una metáfora de mi vida. Mi psicoanalista disfrutará de unas masitas exquisitas. Hace poco más de un mes, inicié terapia debido a mis temores a salir de casa.
En la última sesión, mencionó la palabra "confianza" y su eco resonó en mí. Semana tras semana navegamos por las aguas de mi sufrimiento, quizá se refiere a la necesidad de contemplar mi corazón en carne viva, sin los disfraces de las palabras. Hoy, el sol ilumina el día y me sorprende sentir alegría al escuchar voces distintas a la mía. Leí en el patio hasta que mi mirada se fijó en unas hormigas. A veces, me siento tan diminuta como ellas, vulnerable ante un pisotón.
Reflexiono sobre la finitud de mi existencia y me pregunto si en otra vida fui un ser insignificante, lo cual explicaría muchas de mis inquietudes. Me sumerjo en un laberinto que parece carecer de fin y sentido, anhelando ser alguien distinta de la que soy.
Vívidas imágenes de P. como músico: sus dedos sobre las cuerdas, su rostro concentrado, su mirada perdida en su instrumento, en el vacío o en su propio ser, y sus muecas. Descubrí el instante en que me enamoré de ÉL, una noche en la que nos miramos, esbozó una sonrisa y me hizo un gesto.
Desperté sobresaltada por un sueño en el que mi padre moría, dejándome en un estado de confusión entre la tristeza y el alivio. Conducía un auto que no avanzaba, una metáfora de mi vida. Mi psicoanalista disfrutará de unas masitas exquisitas. Hace poco más de un mes, inicié terapia debido a mis temores a salir de casa.
En la última sesión, mencionó la palabra "confianza" y su eco resonó en mí. Semana tras semana navegamos por las aguas de mi sufrimiento, quizá se refiere a la necesidad de contemplar mi corazón en carne viva, sin los disfraces de las palabras. Hoy, el sol ilumina el día y me sorprende sentir alegría al escuchar voces distintas a la mía. Leí en el patio hasta que mi mirada se fijó en unas hormigas. A veces, me siento tan diminuta como ellas, vulnerable ante un pisotón.
Reflexiono sobre la finitud de mi existencia y me pregunto si en otra vida fui un ser insignificante, lo cual explicaría muchas de mis inquietudes. Me sumerjo en un laberinto que parece carecer de fin y sentido, anhelando ser alguien distinta de la que soy.